jueves, 27 de noviembre de 2008

¿Querés ser parte de un harem? Pide y tuyo será...



"EL RAPTO EN EL HAREM"
Comedia en un acto de Leonardo Bugliani


¿Cuál es el precio de vivir en un harem?

En un reino de ensueño, el Sultán Majid ha asumido el mando de un importante sultanato. Sin embargo, contra lo que esperaba, gobernar no será difícil por las responsabilidades propias de su cargo ni los desafíos militares, sino debido a las circunstancias, hechos y entretelones de su corte y harem. Condescendiente con una bella occidental capturada para su placer, Majid deberá afrontar una y otra vez desplantes, devaneos y secretas conspiraciones de alcoba, que pondrán en peligro su autoridad y quizás, incluso, su propia vida...


Actores:
Sultán Majid: Leonardo PARAFATI
Victoria: María Manuela GONZALEZ
Kamisutra: Camila LOPEZ BADRA
Zamir: Nicolás DI GIACOMO
Aruba: Valeria HERRADA POLAK
Anaké: Juliana MAZZA
Eunuco: Augusto BARRIONUEVO
Cortesana I: Paloma OLIVARES CONSUEGRA
Cortesana II: Emilia GALLEGOS

Dirección: Leonardo BUGLIANI.
Producción General: Laboratorio Cultural - C. C. SABATO

Equipo técnico:
Sebastián KONIKOFF
Facundo OCAMPO
Andrés JUAREZ
Estreno: Sábado 29 de noviembre, 22 hs Centro Cultural SABATO - Uriburu 763 - Subsuelo

FUNCIONES: sábados 22 hs. Domingos: 21 hs. Entradas: $ 10. Desc a jub y est: $ 7
Consultas/reservas: Labcult@econ.uba.ar apolo.dionisios@gmail.com

Nuevo estreno del Laboratorio Cultural!!
























"EL QUE QUIERE PERPETUARSE"

De Jorge Ricci

El Poder solo busca perpetuarse...
En un elegante prostíbulo del viejo Charles, se dan cita tres opositores, un día antes de la asamblea constituyente que reformará la constitución y garantizará la reelección del presidente. Allí, entre copas, placeres compartidos con prostitutas, y disquisiciones filosóficas, intentarán redactar los discursos contrarios al régimen y avanzar en una estrategia de resistencia, puesto que están siendo vulneradas las instituciones republicanas...

¿Se trata de alguna de las reformas constitucionales que ha tenido nuestro país?

Poder... sexo... y vanidad... algunos de los temas más profundos de la condición humana...

Actores:
Charles: Eduardo Wigutow
Moisés: Damián Casermeiro
Dominguito: Cesar Riveros
Roberto: Emiliano Diaz
Concepcion: Lucila Rosende
Laura: Estefanía Alfieri
Julia: Maria Cecilia Ramirez
Presidente: Robert Cox

Asistente de Dirección: Loreto Velazquez
Dirección: Diego Cosín

Músicos:
Arreglos y música original: Jorge Diego Vázquez
Flauta: Julio Hernández
Clarinete: Luciano Giambastiani
Cello: Natalia Pache
Guitarra: Pablo Izurieta
Dirección Musical: Federico Gariglio

Equipo Técnico:
Ambientacion: Emiliano Diaz
Vestuario: Gabriela Gimenez
Iluminacion: Santiago Gonzalez
Asistente: Maria Cecilia Ramirez
Producción General: Leonardo Bugliani Laboratorio Cultural - CC SABATO




Estreno: 29 de noviembre, 20 hs Centro Cultural SABATO - Uriburu 763 - Subsuelo.




FUNCIONES: sábados 20 hs.
Consultas/reservas: Labcult@econ.uba.ar apolo.dionisios@gmail.com

jueves, 20 de noviembre de 2008

3 ÚLTIMAS 3!!!!!


A PEDIDO DEL PÚBLICO

3 ÚLTIMAS FUNCIONES EN EL SABATO


SABADO 22 DE NOVIEMBRE 21:00 HS DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE 19:30 HS
DOMINGO 7 DE DICIEMBRE 19:30 HS

viernes, 14 de noviembre de 2008

Una Hora Americana

"UNA HORA AMERICANA"



Tragedia en un acto, de Leonardo Bugliani



¿Estás dispuesto a realizar el viaje?



Deodoro Roca, héroe de la reforma universitaria de 1918 y autor del manifiesto, se encuentra en la oscuridad de la muerte. Como en los antiguos mitos, se dispone a traspasar el lago Estigia, que une los valles de la vida y de la muerte. Para este tránsito, se hace presente Dante Alighieri que, a semejanza de su extraordinario relato de "La Divina Comedia", viene a buscar a Deodoro, como ocurre en su inmortal texto, donde es él acompañado por Virgilio. Así se inicia el viaje simbólico de Deodoro Roca, guiado por Dante Alighieri, que, en tres etapas, revive los momentos claves de su vida (vinculados a la reforma universitaria) antes de realizar su viaje final y conocer el misterio de la vida indestructible.





ELENCO:

Deodoro ROCA: Andres JUAREZ




Dante ALIGHIERI: Nicolás DI GIACOMO

























Marcelo/Pablo: Leonardo PARAFATI
















MENADES: María Manuela GONZALEZ, Lara PONCE, Camila ZAPATA GALLAGHER, Leonella BENITEZ, Camila LOPEZ BADRA, Natalia BEISA.









DIRECCION: Leonardo BUGLIANI

PRODUCCION GENERAL: Laboratorio Cultural - Centro Cultural SABATO






Entradas: $ 10 Jub/Est: $ 7 Sábado 21 hs. Sala China Zorrilla Centro Cultural SABATO - Uriburu 763 - Subsuelo
LABORATORIO CULTURAL
Hacia una cultura del Ser


“La mejor forma de hacer, es Ser”. (TAO. Lao Tse)
“La imaginación es más importante que el conocimiento” (Albert EINSTEIN)


La modernidad está basada en la lógica binaria (la misma que gobierna a las PC), que genera una dicotomía entre la mente y el cuerpo. Eso ha provocado que el arte, verdadera metafísica de la vida, se haya segmentado en sus diferentes disciplinas. Pero eso no fue así en el pasado. La cultura, tal como la conocemos, desciende de la tragedia ática. En ella, todo lo que conocemos como disciplinas artísticas (teatro, música, danza, etc), se fundían en una concepción unitaria. La tragedia, creación del dios Dionisio, y articulada por su par, Apolo, era una ceremonia religiosa en la cual se buscaba “salir de lo cotidiano”, para “volver a unir” el conocimiento (misterios), que es el verdadero significado de la palabra religión (de religare). Por supuesto, la religión griega poco tenía que ver con nuestra herencia monoteísta. No había esa diferenciación binaria de “cielo y tierra” o “sagrado y profano”. El ser era uno con el universo. Por eso, científicos de la talla de Eratóstenes (que estableció la redondez y extensión de la Tierra en el siglo III (a. C), era astrónomo, matemático, pero también crítico teatral y dramaturgo. Esta no era una excepción, sino la regla. Lo que llamamos filosofía, ciencia, religión y arte, eran una unidad propia de la educación griega llamada paideia. Ellos jamás habrían entendido nuestro concepto de “profesionalismo” y mucho menos el de “especialización”.

El arte en su origen era una unidad mente/cuerpo. El Laboratorio Cultural se propone recuperar esta rica tradición que dio origen al arte total o Gran Orfeo, como lo llamaban los helenos, la génesis que dio origen a nuestra cultura.

El Laboratorio Cultural es un intento de realizar lo que Salvador Pániker define como aproximación al origen, que es un viaje hacia las profundidades de nuestra cultura en un genealogía tan osada como la marcha de Jasón y los argonautas en la búsqueda del Vellocino de Oro. Pero este desafío no se limita al mero análisis filológico. La meta no es la antigüedad sino el eterno presente. El arte moderno ha intentado buscar originalidad de las maneras más complejas y extrañas. Algunos intentos fueron meritorios, otros resultaron menos encomiables. La diferencia de nuestra propuesta, es que no consideramos “original” a la diferenciación con lo que existió, sino, por el contrario, a poder sumergirse en el origen para regenerar el arte en una metamorfosis que necesariamente nos debe llevar más allá del posmodernismo, pero, sobre todo, de la lógica binaria que califica lo existente en términos del bien y del mal.

Por eso la definición de “laboratorio”: porque nos remite a la experimentación y el análisis. Utilizamos una denominación muy vinculada a la ciencia, “laboratorio”, unida a “cultura”, para terminar con esa división irreal del arte y la ciencia, para empezar a vivenciar una percepción holística (universal e integrada) .

En una primera etapa, el Laboratorio Cultural intentará aportar elementos, trabajos y días, en pos de que el Centro Cultural Ernesto Sábato trascienda su condición de espacio cultural. Los espacios, en términos de la física cuántica, ya no están determinados por la medida. En el universo, establecido hace más de cien años por la teoría de la relatividad, ya no existe el tamaño, sino la escala. No podemos pensar la cultura en términos de “espacios” sino, en todo caso, por nociones de espacio/tiempo. Eso nos permite plantear un plan de trabajo que integre toda la experiencia artística humana, yendo más allá de la experimentación. Hablamos de recrear las bases mismas de la cultura a efectos de recobrar la unidad perdida por el nacimiento de la lógica y el racionalismo. Si esto pudiera empezar a vislumbrarse, ya nadie podría definir a la intuición como irracional, sino, en todo caso, concluir que razón y emoción son opuestos complementarios que producen movimientos de la percepción vinculados a la propia evolución de la conciencia. Apolo era el dios de la razón, pero también regía el Oráculo de Delfos.

En este comienzo, estaremos dedicados a crear las bases funcionales para la realización del recorrido señalado. Empezaremos creando una pequeña orquesta de cámara constituida por maderas, bronces, y el acompañamiento del piano; la misma cumplirá los roles característicos de presentar conciertos pero con un agregado diferencial: estará diseñada para participar en producciones del laboratorio para que estas cuenten con música en vivo. También se desarrollará un coro escénico que no cumplirá el conocido rol de los coros de presentarse como conjunto musical en conciertos, sino concebido especialmente a efectos de interactuar con las puestas escénicas unido a la orquesta.

A su vez, daremos inicio a la constitución de un elenco estable de danza relacionada a todo lo que entendemos como folklore, pero que, con el tiempo, esperamos que se amplíe a los demás estilos (clásico, afro, etc). Lo mismo en cuanto a la constitución de una compañía de teatro permanente del Centro Cultural Sábato, que a partir de las audiciones y su integración, será el núcleo de las producciones que se realicen. Y no menor será el aporte de un equipo interdisciplinario de performances urbanas que coordinará Blanca Rizzo, que ya trabaja y aporta su rica experiencia en el Sábato desde hace casi dos años.

Todos estos núcleos serán el humus que nutrirá al Centro Cultural de una nueva dimensión que lo transformará en creador y productor de experiencias artísticas, generados en un ciento por ciento por el Sábato. También se trabajará con directores y artistas independientes o de otras instituciones culturales en producciones mixtas. Y desde luego se seguirán convocando espectáculos de nivel de compañías y grupos independientes.

Esta concepción interdisciplinaria del arte que los griegos crearon en la tragedia, será el origen de nuestra búsqueda y experimentación que nos permitirá crear nuestra propia mística. Y de eso se trata este desafío: desarrollar un ámbito en el cual la cultura sea entendida desde todas las vivencias del Ser, para que aquella frase que se hallaba en los frontispicios de Delfos y Eleusis, nos otorgue una nueva percepción y dimensión de la vida: “Conócete a ti mismo y conocerás al universo y a sus dioses”. Quizás entonces podamos recuperar el fuego sagrado que nos hace uno con el Universo.

Leonardo Bugliani

Guión de "El Rapto En El Harem"

EL RAPTO EN EL HAREM (comedia en un acto)

Personajes:

Sultán Majid
Victoria
Kamisutra
Zamir
Aruba
Anaké
Eunuco
Cortesana I
Cortesana II

Elenco de bailarinas de danza árabe.
Leonardo BUGLIANI
(Toda la escena se desarrolla en un amplio patio del palacio del sultán Majid. En el centro del mismo, una fuente con agua natural iluminada. También hay unos pórticos que rodean la gran explanada. Un primer piso dotado de elegantes vitrales completa el marco imponente del espacio escénico.)

Obertura musical de “El Rapto en el Serrallo” de Wolfgang Amadeus Mozart

(La obertura se desarrolla mientras todo el ballet de danza árabe (harem) forma un círculo del lado izquierdo de la fuente. En el centro de este círculo de cuerpos, están Aruba y las cortesanas, todas encimadas una con otra, a excepción de Anaké, que está parada, en forma estática, con un bastón ceremonial. Esta golpea el largo bastón contra el suelo y, en ese mismo momento, desde los pórticos, del lado derecho de la fuente, avanza Victoria con paso lento, cuidadoso y medido, expresando en sus facciones temor, sigilo, pero mucha sagacidad y atención.)

VICTORIA (en tono melodramático).- Afrontar días aciagos... Sola, viajando por el mar, para luego ser secuestrada. ¿Qué faltas cometí? ¿Qué me hace merecedora de este cruel destino? (Breve pausa.) Hubo días en que fui feliz, pero ya no los recuerdo. La vida se encarga de atormentarnos como si todo se tratara de un capricho de los dioses. (Experimenta un largo y sobreactuado sollozo.) ¿Qué me espera a mí? ¡Oh, dulces ninfas que recorréis esta noche calma, decidme qué es lo que debo hacer! (Llora desconsoladamente.) Ahora estoy en manos de un horrendo sultán, que me tratará como su muñeca sexual. (Mueve todo su cuerpo, que expresa, en forma grotesca, todo el sufrimiento que padece.) Estaré disponible a sus deseos y caprichos, sin más poder que el de complacerlo noche y día. (Amaga a desmayarse.) ¡Pobre de mí, siendo yo tan virginal! (Le falta el aire.) Me despido de mi libertad y añoro la muerte que me vendrá a consolar. (Está a punto de desmayarse, pero cuando va a caerse, reacciona y se mantiene erguida.) ¡Abandonad toda esperanza! ¡Oh, me encuentro a las puertas del infierno, divino Dante Alighieri! (Resuenan algunos acordes de la obra “Una Hora Americana”.) Soy la mismísima Beatrice, a un paso de iniciar el viaje. (Breve pausa.) ¿Dónde estáis, Virgilio? Guiad mis pasos hacia los tres viajes, para que me libere de todas las cargas de la vida. ¡Oh, parca eterna, ven a buscarme! (Anake, camina de una forma híbrida pero muy marcial hasta donde se encuentra Victoria.)
ANAKE (con un tono épico, como si recitase las estrofas de un himno).- ¿Estás dispuesta a iniciar el viaje?
VICTORIA (notoriamente contrariada).- ¿Viaje… has dicho viaje?
ANAKE (en tono de desaprobación).- ¿Acaso estoy hablando en árabe? Sí, el viaje…
VICTORIA (atormentada).- Es que he tenido treinta y tres noches de viaje por el mar… y luego de ser secuestrada, estuve tres noches sin dormir. (De golpe, aparece Zamir desde atrás, y se hace presente con una espada curva, ataviado como visir del sultanato.)
ZAMIR.- No es posible el ascenso y la comprensión sin el viaje. (Mira a Victoria por completo con bastante desparpajo.) Contigo podría tener un agradable viaje…
VICTORIA.- En verdad deseo aprender mucho, pero estoy agotada.
ZAMIR.- Yo sabré guiarte y nada debes temer. (Victoria suspira para remarcar su cansancio. Zamir toma con su mano derecha la diestra de Victoria y comienza a conducirla. Da un giro alrededor de la fuente.) Adonde nos dirigimos ni los ojos de los vivos o los muertos pueden ver… puesto que está más oscuro que en Hades… el otro día casi me mato al caerme… y todo porque el sultán escatima unas lámparas y su aceite. (En medio de la circulación Victoria se marea y, finalmente, vomita sobre Zamir, para luego caer, apenas completado el giro, exactamente delante de la fuente.) Pues bien… el primer viaje ha sido vomitivo… pero ha concluido. (Zamir se retira por el mismo lugar por el que había ingresado.)
ANAKE (siempre en actitud marcial, vuelve a golpear su bastón contra el suelo mirando hacia donde se encuentran las bailarinas, Aruba, y las demás cortesanas).- El Sultán duerme como un hipopótamo… (Comienza a cantar.)
Abandonad los sueños y quimeras,
que lo mejor, como Sileno dijera:
es no haber nacido siquiera.
(Anake hace una seña al harem (bailarinas) y, al instante, estas dejan la posición que tenían y comienzan a desarrollar una coreografía completa con música en vivo. Aruba y las demás cortesanas se mantienen, dormidas, en igual posición. Victoria sigue echada, desmayada, al lado de la fuente. Cuando concluye la coreografía, las bailarinas (harem) giran alrededor de Victoria haciendo ciertos chirridos disonantes, como embriagadas. Poco después, levantan a Victoria y la dejan recostada al lado de Aruba y las demás cortesanas. Luego abandonan la escena.)
ANAKE (con voz trémula).- Uno nunca puede encontrar un momento para detenerse y observar. De eso se trata todo… (Golpea con el bastón tres veces el suelo.) Y algunos tienen todo el tiempo para dormir… todos duermen en verdad… (Aruba se despierta, comienza a bostezar y estira todas sus extremidades.)
ARUBA (somnolienta).- Observé a los hombres… dormí con ellos… y lo único permanente es el conflicto…
CORTESANA I.- ¡Calla, insensata!
CORTESANA II.- ¡¿Crees que estás en una comedia?!
EUNUCO.- Duerme como una perra, y te olvidarás del Universo y sus dioses. (Las cortesanas se despiertan y, al moverse, se observa al Sultán debajo de ellas, que ha estado ahí desde el comienzo.)
SULTAN MAJID.- ¡Callen, insensatas!
LAS CORTESANAS Y EL EUNUCO A CORO.- La vida es sueño, como Calderón y su barca. Aquí no cuenta el pasado, no tenemos asegurado el futuro y el presente es más que incierto. (Pausa.) Aquí se agotan nuestras vidas. (Breve pausa.) Aquí estaremos por toda la eternidad.
SULTAN (de muy mal humor).- ¿Qué están cotorreando? (Se levanta adoptando una postura de autoridad.) ¿Debo preguntarles como la han pasado? (Sonríe.) Nada mejor que despertar rodeado de doncellas. Solo me hace falta cargar mi copa y saborear un rico manjar.
CORTESANA I (inclinándose hasta el suelo en señal de reverencia).- ¿Necesita algo, muy poderoso Sultán?
CORTESANA II (con igual gesto de respeto aunque aún más solemne).- Estamos para servirle, muy respetable y magnánimo Sultán.
EUNUCO (aún más reverente que las otras dos, casi da su cara contra el suelo).- Todo estará dispuesto según sus deseos.
SULTÁN (habla para sí mismo).- Espero que esto no sea un sueño, porque me gusta mucho. (A las cortesanas.) Fieles lacayas mías, ¿qué haría yo sin vosotras? (De pronto observa a Victoria en el suelo y se paraliza.) ¿De dónde ha salido esta joya? Este es la clase de bocado que estaba buscando…
ANAKE.- Es la occidental de la que le habíamos hablado, poderoso Sultán. Y ahora es de su propiedad.
SULTAN (emocionado).- ¡Por todos los dioses, es una joya entre joyas! (La mira una y otra vez.) Es toda una sultana… y de solo verla me dan ganas…
CORTESANA I.- ¿Requiere algo su majestad?
CORTESANA II.- ¿Nos necesita por algo más?
EUNUCO.- ¡Pida y suyo será!
SULTAN.- Retiraos… váyanse todos… quiero meditar acerca del destino de tan bella doncella. (Anake golpea el bastón ceremonial y, en el acto, todos los presentes se retiran, a excepción de la propia Anake.) Puedes retirarte… (Anake golpea nuevamente el bastón contra el piso y termina por irse.) Ataviada con turbante, será más bella que un diamante.
VICTORIA (comienza a despertarse y habla dormida).- En las garras de un gordo y asqueroso sultán caeré… y aunque quiera evitarlo, su posesión seré…
SULTÁN (con expresión de sorpresa y molestia, toca su barriga y se observa).- ¿Habla de mí? Debe tratarse de su idioma… y no la comprendo bien…
VICTORIA (despierta y, sin percatarse de la presencia del Sultán, descarga un conjunto de maledicencias).- Debe tratarse de un marrano engreído… oloroso y más feo que un pirata tuerto… (El Sultán reacciona a cada afirmación con gestos muy expresivos y grotescos de extrañeza y enfado.) Debí aprovechar las bondades de aquel jovenzuelo inexperto, puesto que ahora seré vejada por un cerdo… (El Sultán cada vez la observa más de cerca.) De solo pensar en sus pezuñas sobre mi cuerpo, simplemente siento arcadas… (El Sultán se aparta de ella, cruza sus brazos y muestra un molestar manifiesto.) ¡Que ser más repugnante…! Y digo más que repugnante… inmundo… pero más que inmundo… ¿cómo se dice…? Nau… inmundo y nau… asqueroso y nau…
SULTAN.- Nauseabundo.
VICTORIA.- Nauseabundo… claro… Y todo eso deberé soportarlo… tratar con un verdadero animal… (Detiene sus palabras y se queda pensativa. De golpe, observa nerviosa hacia donde se encuentra el Sultán y, al mirarlo, se lleva su mano a la boca.) Hablaba de mi antiguo novio…
SULTAN.- El pirata tuerto… ¿verdad?
VICTORIA.- Estaba exagerando…
SULTAN.- ¿El cerdo con pezuñas…?
VICTORIA.- No exactamente…
SULTAN.- El repugnante… inmundo… y ¿qué más?
VICTORIA.- Nauseabundo.
SULTAN (con una mirada fulminante hacia Victoria).- ¿Estás segura de que hablabas de tu novio?
VICTORIA (nerviosa).- Ex novio… y sí… estoy segura…
SULTAN (irónico).- Por un momento pensé que hablabas de mí.
VICTORIA (aún más nerviosa).- Para nada… después de todo no lo conozco…
SULTAN.- Pues me estás conociendo… (Acercándose a Victoria.) ¿Cómo soy? (La mira lascivamente.) ¿Era lo que esperabas?
VICTORIA.- No esperaba nada. En realidad estoy muy cansada, como habrá notado. Lo mejor será que disponga de un lugar para dormir, para mañana, más descansada, poder hablar con su majestad.
SULTAN.- Nada más sencillo que duermas aquí… (Señala la alcoba de donde se acaba de despertar.)
VICTORIA.- El Sultán es demasiado considerado, pero yo puedo arreglarme con mucho menos…
SULTAN.- No se diga más… aquí te quedarás…
VICTORIA.- Insisto… el Sultán se toma demasiadas molestias…
SULTAN.- Molestia… ninguna. Nada mejor que agasajar a la tierna doncella…
VICTORIA.- Siempre estaré agradecida pero no es necesario.
SULTAN (cortante).- El que insiste soy yo. Acepta mi hospitalidad… por tu bien…
VICTORIA.- Siendo tan generoso vuestro ofrecimiento es imposible negarse. Aunque siento que ya se me ha ido el sueño. (Breve pausa.) Creo que tengo cierto apetito…
SULTAN.- Yo también… Puedo ofrecerte toda clase de manjares, y estoy seguro que lo disfrutarás…
VICTORIA.- No sé como retribuirle por tantas atenciones…
SULTAN (en voz baja, para sí mismo).- Ya vas a retribuirme…
VICTORIA.- ¿Cómo dice…?
SULTAN.- Que estaba por irme… pero al encontrarme con tamaña joya, he modificado todos mis planes. (Golpea con sus palmas.) Vasallos míos… traedme cuanto imponga el buen comer, y beber bien… (Al instante, el eunuco trae, junto a las dos cortesanas, un imponente lechón, copas, y jarras de bebidas.)
CORTESANA I (reverente).- Como su excelencia demanda…
CORTESANA II (muy reverente).- Todo lo que el sultán nos manda…
EUNUCO (completamente servil).- ¿Todo esto le alcanza?
SULTAN.- Es un buen comienzo para alimentar a mi sultana… necesita nutrirse, puesto que la noche siempre exige muchas de nuestras energías…
VICTORIA.- Mi noche será tranquila, digno y admirable sultán, luego de vuestro manjar...
SULTAN.- La noche es joven, y toda clase de dones tiene para ofrecernos. (A los sirvientes, que esperan, ansiosos, nuevas órdenes.) Podéis retiraos. (A Victoria.) Todo es perfecto… (Le indica que se siente. Victoria comienza a comer bajo la mirada escrutadora del sultán.) Inequívoco manjar… (Mira con mayor intensidad cada uno de los rasgos de Victoria.) Belleza cautivante… (Se acerca a Victoria y mira con asiduidad sus labios y senos). Mujer inigualable…
VICTORIA (tomando distancia).- No tiene apetito, su majestad…
SULTAN (completamente obnubilado por la presencia de Victoria).- Todo el apetito… quiero decir… bastante he comido, y prefiero contemplar como eres saciada por mis manjares… (Hace el típico gesto de tener hambre, pero mirando fijamente a Victoria.) Quiero saciarte… elevarte… y que tengas un lugar prominente en palacio… en todo mi reino… e incluso en mis futuras conquistas…
VICTORIA (notoriamente congraciada por las palabras del sultán).- Jamás imaginé provocar tan grata impresión en su majestad…
SULTAN (mirándola fijamente).- La mejor impresión…
VICTORIA (deja de comer).- Eso me reconforta…
SULTAN (la toma con delicadeza).- Si te esmeras y eres considerada, tendrás más riquezas que Salomé…
VICTORIA (tomando distancia con igual delicadeza).- Yo no quiero ninguna cabeza en bandeja de plata…solo la hospitalidad de su majestad…
SULTAN.- Todavía no he pedido que bailes, pero si estás bien dispuesta a hacerlo, puedo cortar la cabeza que quieras y servírtela en esta misma bandeja…
VICTORIA.- Sin duda exagera su alteza.
SULTAN.- Solo ponme a prueba. (Suspira extasiado.) Baila para mí y verás cuánto puedo darte.
VICTORIA (poniéndose de pie, comienza a hacer unos meneos como si fuera a bailar).- ¿Es esto lo que su majestad desea? (Ahora sus movimientos empiezan a adoptar los movimientos típicos de la danza árabe. El sultán, por completo estimulado, parece un niño alucinado.) Puedo seguir…
SULTAN.- Hazlo, y te daré por herencia la mismísima ciudad de Damasco.
(Victoria se entrega a una danza de profunda sensualidad. A partir de sus movimientos, exorciza todos sus miedos y adopta una postura por completo distinta a la que tenía. La danza, se transforma en una metamorfosis que hará de Victoria otro ser, por completo distinto a lo que había mostrado hasta ahora. A medida que continúa el baile, cada vez más sensual, el sultán intenta tomarla, pero Victoria lo elude. La situación se repite, con el sultán buscando abordarla, y Victoria eludiéndolo. La imagen termina por ser como la de un torero (Victoria), que elude hábilmente los embates del sultán (toro).)
VICTORIA (consciente de lo que provoca, y aún más sensual y rítmica en sus movimientos).- Podría ser suya… pero sólo si me alcanzaras… (La escena se acelera, en la danza de Victoria y los embates del sultán.)
SULTAN.- Tu danza te hace una sultana. (Se enredan en un intenso rodeo hasta que, al final, Victoria es atrapada por los brazos de Majid. Este, arrojándose sobre ella, la acaricia, e intenta besarla. Victoria acepta y rechaza a un tiempo, las tentativas del sultán. Cuando la acción llega a su clímax y el sultán está por abordar a Victoria por completo, entra Kamisutra, la hija de Majid.)
KAMISUTRA (perturbada al observar a su padre con Victoria).- ¿Quién es esa mujer?
SULTAN.- Alguien que llegarás a querer…
KAMISUTRA (con voz altanera y caprichosa).- Todavía estoy tratando de olvidar a esa Aruba, y ya te encuentro con otra… (El sultán deja a Victoria y se incorpora.)
SULTAN (acercándose a Kamisutra).- Ninguna mujer ocupará el lugar que mi hija tiene en mi corazón. (Le da un pequeño beso en la boca. Victoria observa la situación con intriga, pero comienza a mostrar los verdaderos rasgos de su personalidad, con gestos insidiosos.)
KAMISUTRA.- ¡Que esta mujer se vaya ahora mismo!
SULTAN (paternal).- Eso sería muy descortés. Ella es occidental. Que contará por su país cuando regrese. Que somos malas personas…
VICTORIA.- Su hija… tiene razón… lo mejor es que me vaya…
SULTAN.- De ninguna manera. Mi hija puede retirarse a sus aposentos y nosotros seguir con nuestra danza.
KAMISUTRA (completamente histérica).- ¿Danzaste con ella? Me prometiste que solo lo harías conmigo.
SULTAN (con voz componedora).- No llegó a ser un baile…
KAMISUTRA (arrogante).- Nadie en este reino es capaz de bailar como yo. (Comienza a hacer unos meneos.)
SULTAN.- Está muy bien, querida hija, ya sé que sos la mejor. (Los movimientos de Kamisutra se van tornando más sensuales.) No es necesario… en verdad… (Cuando los movimientos de Kamisutra se tornan por completo sensuales, Majid se queda mirándola de una manera similar a como había observado a Victoria.)
VICTORIA.- Su hija domina por completo los secretos de la danza… (El Sultán observa atónito a su hija.) Podría incluso enseñarme algunos movimientos… (El sultán continúa impávido viendo cada movimiento de su hija.) Majestad… (Majid no registra la presencia de Victoria.) Son admirables, su majestad, las virtudes de su hija…
SULTAN (saliendo de su letargo).- …sí, claro… no conocía… (A Kamisutra) ¿Desde cuándo bailás de esa manera?
KAMISUTRA.- Desde hace mucho. (Detiene su baile.) Si tuvieras más tiempo para estar conmigo, te habrías enterado.
SULTAN.- Podés seguir bailando…
KAMISUTRA.- No bailo más. Seguro que la preferís a ella.
SULTAN.- Ahora que te vi bailar…
KAMISUTRA.- ¡¿Qué…?!
SULTAN.- Te dedicaré más tiempo…
VICTORIA (condescendiente).- Este es un momento inmejorable.
SULTAN (serio).- El momento lo decido yo. (Breve pausa. A Kamisutra.) Mañana mismo te dedicaré toda la tarde… (La lleva hacia la salida.) Reconozco que en este último tiempo no he sido lo suficientemente cariñoso contigo, pero uno está siempre a tiempo para remediarlo… (Cuando casi llegan a la salida, se hace presente ZAMIR.)
ZAMIR (reverente).- Gran Sultán, asuntos de extrema importancia requieren vuestra atención. (Observa con cierta complicidad a Kamisutra. Esta, le devuelve las miradas.)
SULTAN (con cierto fastidio).- No imagino que pueda ser tan urgente a estas horas…
ZAMIR.- Vuestra fiel Aruba ha sufrido toda clase de convulsiones, y tememos por su vida. (Kamisutra se ríe sin disimulo.)
SULTAN (extrañado) No imagino qué pudo haberle ocurrido. Hasta hace un rato compartió la alcoba conmigo.
ZAMIR.- Creemos que pudo ser envenenada o, al menos, intoxicada.
SULTAN.- ¿Quién pudo haber hecho algo semejante?
ZAMIR.- Ese es el objeto de mi investigación.
SULTAN.- Averigua quién ha cometido tal fechoría, y que recaiga sobre el culpable todo el rigor. (Las miradas de complicidad entre Kamisutra y Zamir no cesan. Entra Anaké.)
ANAKE (golpea su bastón ceremonial contra el suelo).- Alteza…
SULTAN.- Anaké… Y ahora qué…
ANAKE.- Varios miembros de vuestra corte solicitan verlo.
SULTAN.- Pues que pasen… ¿qué más da? (Ingresan en fila, el eunuco y las dos cortesanas.)
CORTESANA I (compungida).- No sabría como decirle, digno y admirable sultán.
CORTESANA II (solemne).- No me atrevo a agregar más.
EUNUCO (completamente conmocionado).- Sus ojos no se abrirán más…
SULTAN.- ¿De qué están hablando?
LAS CORTESANAS Y EL EUNUCO (todos a la vez).- Aruba ya no respira más…
VICTORIA (al Sultán).- Si así terminan vuestras favoritas, yo aquí no permanezco un día más.
SULTAN.- Calla, temeraria… aquí muy pronto sabremos la verdad…
ZAMIR.- Agotaré todas las instancias.
EUNUCO.- Buscaremos al culpable en cada rincón…
CORTESANA II.- Haremos lo que nos pida, mi señor.
CORTESANA I.- Ordene y lo haremos de inmediato.
SULTAN (suspira).- Sueño o pesadilla. ¿Débil o divino? (Entra en trance.) Es en estos momentos cuando uno comprende que la vida es sueño. (Breve pausa.) Sueño y quimera. (Silencio tenso.) Tengamos cuidado con lo que decimos… Cada palabra puede anteceder un hecho. Palabras… son solo palabras… ¿Sultán o eunuco? ¿Qué determina el destino humano? (Se toma la cabeza.) Y ustedes que esperan que diga… Aruba… apenas hoy te abrazaba… Aruba… apenas puedo creerlo… (Anaké golpea con su bastón.) Anaké… Dile a quien me busque que estoy de duelo…
ANAKÉ.- Comprendo. Pero insiste en ingresar… dice que es sumamente urgente…
SULTAN.- Cuando se trata de la memoria de mi muy querida Aruba, nada es más importante… que se vaya… que vuele… nada importa…
ANAKE.- Es Aruba quien solicita audiencia.
SULTAN.- Anaké: eres demasiado ceremoniosa para hacer una broma en este momento. Aruba, ha dejado de respirar... y dudo que pueda solicitar una audiencia.
ANAKE.- Como bien dice, digno y admirable Sultán, ni dios ni yo jugamos a los dados…
SULTAN (pensativo y extrañado).- Juraría que esa frase es… ¿cómo decirlo? Compleja… como de otra época…
ANAKE.- No dije que energía es igual a masa por velocidad al cuadrado… sólo refería que Aruba está más viva que nunca…
SULTAN.- Todo es tan extraño… Pues que pase… que pase de una buena vez…
ANAKE (golpea el bastón ceremonial contra el suelo).- Aruba: puedes dejar de coquetear con la muerte y hacerte presente ante el Sol de nuestras tierras… el magnánimo y poderoso Sultán, hijo del gran Majid, conquistador de Damasco, y sucesor directo de Omar, el conquistador de Constantinopla, y pariente lejano de quien tomara Alejandría a los infieles… además de…
SULTAN.- Es suficiente Anaké… que por favor pase…
ARUBA (entra con paso lento. Puede observarse que su rostro manifiesta el más nítido estado de transe y locura. Todos sus gestos son ampulosos y desequilibrados, como si se tratara de una Pitonisa en estado de delirio).- Temerario aquel que desea adentrarse en los misterios…
SULTAN.- Mi muy querida Aruba, ¿qué es lo que te han hecho?
EUNUCO.- Está más loca que Cansandra.
CORTESANA I.- Ya no habrá calma.
CORTESANA II.- Ni sosiego.
SULTAN.- ¡Callad! Que mi pobre Aruba desvaría…
ARUBA (de un arrebato, entra en un profundo estado de delirio).- El veneno de la hija no es para la amante sino para el padre… el servidor fiel y de la mayor confianza pergeña… Todos se inclinan ante el Sol pero buscan su ocaso…
ZAMIR.- ¿Podrías expresarte más claramente?
ARUBA.- La hija sin sangre… el segundo que quiere ser primero… los que lo rodean y volverán a rodear a otros… todos testigos… testigos del rapto…
VICTORIA.- Dijo… ¿rapto?
ARUBA.- Dije que la raptada rapta… y la hija repta… y el soldado traiciona…
SULTAN.- Esto es mucho para mí…
VICTORIA.- Me cansé de todo… me voy…
SULTAN.- Espera unos minutos. La cena no ha concluido…
KAMISUTRA (riendo).- Creo que las cenas con Aruba eran muy bellas… que lástima que ahora no sepa ni donde se encuentra…
ZAMIR.- Con el permiso de su majestad, solicito autorización para custodiar el regreso de la princesa a sus aposentos.
SULTAN.- Concedido Zamir. (A Kamisutra).- No olvides que mañana tendrás que bailar para mí.
KAMISUTRA (Con un gesto de desdén).- Tal vez pueda…
(Zamir y Kamisutra se retiran.)
SULTAN.- ¿Puedo terminar la velada con la bella occidental?
CORTESANA I.- Nos retiramos, si es lo que desea.
CORTESANA II.- Lo dejamos en su panacea.
EUNUCO.- Y sacamos de aquí a quien sea.
SULTAN.- Llevad a Aruba, para que el descanso le devuelva la sensatez… (Las cortesanas y el Eunuco se disponen a hacer salir a Aruba, pero esta se niega.)
ARUBA.- Cenas con tu perdición… una pareja se ha retirado… otra pareja te devorará…
SULTAN.- Me agradaba como eras más temprano… ahora tus acertijos me marean… Mañana te escucharé si estás mejor… (El Eunuco hace fuerza y logra tomar a Aruba con la ayuda de las cortesanas. Mientras la sacan del lugar, Aruba prorrumpe en maldiciones.)
ARUBA.- Recordarás tu abandono… no hay fidelidad sino sonrisas serviles… El crepúsculo amanece…
SULTAN.- Lamento todos estos improperios. No era mi intención que tu primer día en mi palacio resultara de esta forma.
VICTORIA (irónica).- Después de haber sido secuestrada supongo que lo ocurrido es todo un progreso…
SULTAN (acercándose a Victoria).- Podemos seguir progresando…
VICTORIA (alejándose).- Si no muere nadie y resucita, tal vez podamos terminar nuestra conversación y entregarnos a los brazos de Morfeo.
SULTAN (volviendo a acercarse a Victoria).- Morfeo, Trinity y Neo, lo que quieras… pero entrégate a mis brazos…
VICTORIA (se inclina ligeramente hacia el Sultán con muchas reservas).- Aceptaré su protección mientras respetes mis elecciones…
SULTAN.- Eso no es lo más común en estas tierras, pero supongo que lo dicta tu conciencia. (Breve pausa.) Es tu espíritu de sultana.
VICTORIA (se deja abrazar con mayor confianza).- He vivido horas trágicas…
SULTAN (extasiado al abrazar a Victoria).- Todo eso ha acabado. (Comienza a acariciar a Victoria y queda cara a cara con ella. Cuando va a besarla, se hacen presentes las bailarinas que desarrollan una coreografía completa. El Sultán observa la situación con suma molestia, realizando toda clase de gestos. Antes de concluir el despliegue, el sultán vocifera.) ¡Zamir! ¡Zamir! (Al instante, las bailarinas se retiran, asustadas por la reacción del Sultán.) ¡Zamir!
ZAMIR (ingresa presuroso).- El segundo viaje ha concluido…
SULTAN.- ¿Qué dices…?
ZAMIR.- Que vuestra hija no ha tenido mejor ocurrencia que hacer que la lleve por todo el palacio en varios viajes.
VICTORIA.- La misma clase de viaje que me ofreciste a mí apenas llegué…
ZAMIR (nervioso).- No exactamente…
SULTAN (en mal tono).- ¿De qué están hablando? Este reino es una locura… vayamos al punto… ¿por qué han aparecido estas bailarinas cuando me disponía a platicar con nuestra bella visitante? (El Sultán muestra síntomas de un profundo cansancio.)
ZAMIR.- Vuestra hija Kamisutra las envió, pues desea que su majestad se prepare para la jornada de mañana en que ha prometido bailar con ella…
SULTAN (bostezando).- Otra vez mi hija…
ZAMIR.- ¿Desea algo más o continúo custodiando a vuestra hija?
VICTORIA (en voz baja).- Quien la custodiará de él…
SULTAN.- ¿Decías… doncella?
VICTORIA.- Pues… que nada mejor que mucha custodia para tu joya más amada
SULTAN (Mira fijo a Victoria).- No es la única joya que tengo. (Bosteza largamente.)
ZAMIR.- Pues no molesto más a vuestras magnanimidades. (Cuando va a salir, aparece Anaké.)
ANAKÉ (camina ceremoniosa. Golpea su bastón. A Zamir).- Debes permanecer en silencio y no perturbar a los moradores… Si yo no autorizo tu ingreso, no puedes estar aquí.
ZAMIR.- Cuando el Sultán me llama, acudo sin protocolo.
SULTAN (a Anaké).- Dispénsalo… que se retire. (Anaké inclina su cabeza en señal de reverencia y golpea su bastón. El Sultán bosteza ampulosamente).- Tú también puedes retirarte. (Anaké golpea su bastón y se retira solemnemente.) Parece que finalmente estamos solos. (Bosteza.) Juntos… es una idea que me gusta… (Se acerca a Victoria para volver a abrazarla.) Tenemos todo el tiempo del mundo… (Vuelve a bostezar.)
VICTORIA.- El Sultán parece cansado…
SULTAN (bosteza).- Para nada… (De golpe, se queda dormido en los brazos de Victoria.)
VICTORIA (alejándose cuidadosamente del Sultán).- Tendrás una noche larga…

(Apagón. Breve intermezzo musical. Danza de una única bailarina en la oscuridad. La nueva escena se desarrolla en un lateral del patio. Se ve a Zamir con un farol junto a Kamisutra.)

ZAMIR.- El tercer viaje ha concluido.
KAMISUTRA (ríe, lo abraza y lo besa).- Eres todo un Sultán…
ZAMIR (inquieto).- Calla, temeraria… aquí las paredes escuchan… debemos tener mucho cuidado. (En tono paternal.) Nunca confundas la prudencia con la cobardía.
KAMISUTRA (altanera).- Mi padre nunca me presta atención y siempre está con esas mujerzuelas del harem… ahora se consiguió a esa occidental… Su conducta no es como la de mi abuelo y estoy cansada de ser relegada…
ZAMIR.- Es mejor dejar que los acontecimientos se precipiten por sí mismos.
KAMISUTRA.- Siempre me dice que soy lo más importante para él… pero ya ves, termina en el suelo con esa occidental…
ZAMIR (le acaricia el cabello con delicadeza).- ¿Te gustaron los viajes?
KAMISUTRA (con voz aniñada).- Sí, pero prefiero el juego de “la víbora de un solo ojo”.
ZAMIR.- También es mi juego preferido.
KAMISUTRA (lo abraza y le da un beso).- ¿Vas a jugar conmigo toda la noche?
ZAMIR.- Todo es un juego mi querida princesa…un juego de la mente del todo… maya, una completa irrealidad…
KAMISUTRA (lanza un pequeño grito y hace un movimiento de baile delirante).- Mi querido Zamir… siempre me has prestado atención, y me diste todo el tiempo que mi padre jamás me otorgó…
ZAMIR.- Imposible no dispensártelo, belleza…
KAMISUTRA (ríe de manera ingenua).- Solo me preocupa Aruba… no puedo entender…
ZAMIR.- No lo hablemos aquí… algo habrá ocurrido… pero en estos casos lo mejor es no inquietarse… a su tiempo, todas las enemigas de la princesa terminarán peor que locas…
KAMISUTRA (lo abraza y lo besa).- Mi padre nunca me hubiera dicho algo así… (En voz baja.) Pero mi sultán sí…
ZAMIR.- Eso es de lo otro que me estoy ocupando. Tu padre quiere darte en matrimonio a un viejo solimán de Persia… porque cree que eso beneficiará sus políticas…
KAMISUTRA.- Yo me casaré con quien me plazca… ni siquiera se tomó el tiempo de verme bailar y quiere casarme… pues que le entregue al solimán a su occidental…
ZAMIR.- Prudencia, Princesa. A su tiempo todo saldrá como queremos. (Se escuchan algunos ruidos.) Vayamos ahora mismo a tus aposentos… (Salen. Oscuridad.)

(Desde el lateral opuesto por el que habían ingresado Zamir y Kamisutra, se hacen presentes Victoria y Aruba.)

ARUBA.- Quizás aquí podamos hablar con tranquilidad.
VICTORIA (sorprendida).- No te observo perturbada.
ARUBA.- Es una argucia que ideé. Aquí, en este reino, sin astucia, no se vuelve a ver el amanecer.
VICTORIA.- ¿Me estás diciendo que te hiciste pasar por loca?
ARUBA.- Eso mismo. La arpía de la hija, Kamisutra, me envenenó. Lo que ella y su cómplice Zamir no sabían, es que yo, desde hace años, tomo un contraveneno vomitivo, que ante cualquier envenenamiento produce arcadas y se termina expulsando la sustancia.
VICTORIA.- Ingenioso. Tal vez yo misma debiera tomar eso.
ARUBA.- No lo dudes. Desde el momento en que te conviertes en la favorita, tu vida empieza a correr peligro. Yo lo fui…
VICTORIA.- Supongo que puedes darme muchos consejos…
ARUBA.- Los suficientes.
VICTORIA.- ¿Por qué debería creer en ti?
ARUBA.- Porque así es el guión que escribió el autor: Victoria se alía con Aruba.
VICTORIA (sorprendida).- Ah… Comprendo. ¿Y qué más dice?
ARUBA.- Que la occidental no es ninguna raptada… es decir, que su rapto es un ardid…
VICTORIA.- No digas más… por momentos pareces un maldito oráculo…
ARUBA.- Es que nos parecemos demasiado. Si esto fuera una obra de teatro, una actriz podría interpretar tanto tu papel como el mío. (Breve pausa.) A veces pienso que antes eras Aruba…
VICTORIA (extrañada).- Siempre diciendo cosas extrañas… de todas formas, no creo que tus comentarios sean gratuitos. Por algo debes estar comentándome todas estas cosas.
ARUBA.- Tienes mucha razón. Estoy harta de estar en este lugar prostibulario. Años y años sin que ello me procurara realmente nada. Unos pocos meses siendo favorecida por el capricho del sultán, para luego competir con cada una en la corte…
VICTORIA.- Ese no será mi destino.
ARUBA.- Lo sé. (Breve pausa.) Ahora puedo decirte, por experiencia, que el único momento en que uno tiene posibilidades, es precisamente cuando goza de los favores del Sultán. Este es el tiempo que debes aprovechar antes de caer en desgracia.
VICTORIA.- ¿Y tú que ganas con todo esto?
ARUBA.- Quiero exactamente lo mismo que tú: irme de este lugar.
VICTORIA.- Pues bien… entonces seremos aliadas…

(Victoria y Aruba salen. Oscuridad. Tras un breve lapso de silencio, las bailarinas del Harem se hacen presentes y desarrollan una coreografía completa. Luego aparece Kamisutra, que despliega su danza para deleite de su padre Majid, el sultán. Al concluir, Kamisutra se sienta en las piernas de su padre.)

SULTAN (acariciando a su hija).- Has progresado mucho. Creo que a partir de hoy debe haber un nuevo vínculo entre nosotros.
KAMISUTRA.- Siempre lo quise así. Pero estabas muy ocupado con esas mujeres. Solo Zamir me presta atención.
SULTAN (desconfiado).- ¿Qué clase de atención?
KAMISUTRA.- Me cuida...
SULTAN.- Sí, claro… porque yo se lo ordeno. Siempre he querido lo mejor para mi hija.
KAMISUTRA.- Tal vez, pero nunca me invitaste a tu habitación como a esas mujeres.
SULTAN (incómodo).- Bueno… es distinto…
KAMISUTRA.- Y nunca jugaste conmigo…
SULTAN (sus caricias son más afectuosas).- Mis deberes me lo han impedido… no olvides que estoy a cargo de este reino hace solo tres meses, desde la muerte del abuelo…
KAMISUTRA (en actitud seductora).- Pero antes tampoco me prestabas atención.
SULTAN.- Me preparaba para esta gran responsabilidad.
KAMISUTRA.- Y ahora… ¿lo vas a hacer?
SULTAN (abrazándola).- Claro, querida hija.
KAMISUTRA.- Entonces vas a echar a esa occidental y encerrar a la loca de Aruba… o tal vez mejor sería que la exiliaras…
SULTAN.- Yo no puedo tomar decisiones precipitadas.
KAMISUTRA.- ¡Nunca vas a hacer lo que te pida!
SULTAN.- No se trata de eso…
KAMISUTRA.- ¡Nunca pensás en mí!
SULTAN.- Eso no es así; de hecho, te he preparado un matrimonio inmejorable. Nada menos que el solimán de Persia.
KAMISUTRA.- ¡Es un viejo…!
SULTAN.- Sí, pero su reino es tres veces más grande que el nuestro. Ninguna princesa de estas tierras tuvo semejante privilegio.
KAMISUTRA (alejándose de su padre).- ¡Querés alejarme de acá para quedarte con la occidental! (En un arrebato entre sollozos.) ¡Zamir! ¡Zamir! (Comienza a salir del lugar.)
SULTAN.- Kamisutra… Kamisutra… (Kamisutra sale del lugar.) ¿Cuándo tendré paz y tranquilidad? (Pausa. Se mantiene pensativo. Toma un cartel que muestra al público. El mismo dice: “Sultán pensativo”. Luego toma otro cartel que, al mostrarlo, dice: “El Sultán sigue pensando”. Poco después, un tercer cartel indica: “El Sultán no tiene idea de nada”.) Mi vida no es ni corta ni larga. Simplemente es una vida vivida plena e intensamente. Y en el tiempo que me tocó actuar, pude entender, que no existe nada más elevado que el buen vino y las mujeres, sostén y gloria de la humanidad.
Solo hice lo que creí y sentí. Y muchas veces me equivoqué. Pero prefiero una occidental que a cualquiera del harem. Creo que antes de morir, haré como Esquilo, que prefirió mencionar en su epitafio que había pertenecido al ejército ateniense que derrotó a los persas en Maratón, sin hacer mención a sus maravillosas tragedias. Yo pondré: “Yo fui y seré los días de jolgorio, del buen comer y el harem”.
La eternidad reside en el instante. Y por muchas que sean las mareas, nada me arrebata haber encontrado a una bella occidental para envidia de los mismísimos Dioses.
(Sale no sin antes mostrar un cartel que dice: “Terminó la escena”.)

(Danza de una única bailarina detrás de un velo, sumamente sensual. Poco después, puede observarse a Zamir ingresando con sigilo junto a Victoria.)

VICTORIA (en actitud seductora).- Te agradezco mucho que hayas venido hasta aquí. Lo valoro en verdad…
ZAMIR.- No tengo mucho tiempo, pero sabré escucharte.
VICTORIA (más seductora que antes).- Tal vez quiera hacer un viaje contigo después de todo… de esos que haces con la princesa…
ZAMIR.- Ignoro de lo que me hablas…
VICTORIA.- Conmigo no hace falta que finjas… yo sé todo… y buena parte de tus planes… (Queda cara a cara con él, amaga a darle un beso, y finalmente no lo hace.)
ZAMIR (nervioso).- No sé qué es lo que te propongas pero yo no formaré parte de eso…
VICTORIA (riendo descaradamente).- Porque tienes tus propios planes…
ZAMIR.- Basta de ambigüedades… si tienes algo que decir, hazlo ahora o calla para siempre…
VICTORIA.- Crees que diré algo cuando te cases con la princesa… no, quédate tranquilo, yo no hablaré. (Zamir amaga con irse.) Detente… (Lo acaricia, y finalmente le da un beso en la boca.) Creo que debemos ser aliados.
ZAMIR (sin ocultar su desconfianza).- No imagino en qué…
VICTORIA.- Digámoslo así: tú deseas quedarte por mucho tiempo en estas tierras y yo quiero irme cuanto antes… quizás con alguna valija inesperada… un tanto grande… ambos intereses pueden confluir, y bien sabes que el Sultán está pronto a complacerme.
ZAMIR.- Imaginemos que tu sugerencia me interesara…
VICTORIA.- Te interesa… y como prueba de buena voluntad, hoy me ocuparé del sultán y podrás ver a la princesa…
ZAMIR (desconfiado).- No imagino para qué, además de custodiarla…
VICTORIA (sonriendo).- Para que la custodies… simplemente… (Breve pausa.) Ve pues a la sala adjunta al camarín del sultán… yo estaré con él en el patio oriental de palacio, ocupándome de que su majestad no los perturbe o descubra… Y no lo olvides… empezamos a ser aliados… (Vuelve a darle un beso.)
ZAMIR.- Quizás tengas razón…
VICTORIA.- La tengo. (Zamir sale. Pocos segundos después entra Aruba.)
ARUBA.- Ya le dije a la mocosa que puede esperar a Zamir en sus aposentos…
VICTORIA (irónica).- Estás hablando de la princesa…
ARUBA.- Creyó todo lo que le dije… de nuestros intereses comunes… la culpa trabaja de esa manera… sabe que intentó envenenarme… por eso ahora quiere complacerme y acepta mis sugerencias…
VICTORIA.- Lo que admiro en tu persona es tu temeridad… y que en verdad no te importa nada…
ARUBA.- Soy alguien que no tiene nada que perder, solo eso.
VICTORIA.- Debemos demostrarles que estamos dispuestas a todo. Esa será la clave para que podamos cumplir nuestros objetivos.

(Zamir vuelve a hacerse presente.)

ZAMIR (sorprendido al ver a Aruba).- Tenía algunas dudas respecto a… Aruba… no imaginaba que estuvieras…
ARUBA.- ¿Viva…? ¿Eso ibas a decir…?
ZAMIR.- No… me refería a tus comentarios enmarañados, verdaderamente oraculares…
VICTORIA.- Debo ver al Sultán… (A Zamir.) Ella te explicará cómo es más conveniente que te presentes a la cita con la princesa… (Sale.)
ZAMIR.- Victoria… en realidad…
ARUBA (con expresión delirante).- La diosa que nos acobija pretende que adoptes la postura de una odalisca, para tu encuentro con la princesa…
ZAMIR.- ¿Pretendes que me vista como una mujer?
ARUBA.- Es por tu seguridad. A veces el sultán aparece en cualquier parte y no creo que le agrade verte cuidar tanto a su hija… pero si te confunde con alguien del harem, tal vez puedas conservarlas… (Señala el bajo vientre de Zamir.)
ZAMIR.- Esto empieza a inquietarme…
ARUBA.- Has de entregarte a los Hados. Para ser primero hay que dejar de ser segundo. Y para ser de la realeza hay que intimar con la princesa.
ZAMIR.- Está bien… solo dime qué debo hacer.
ARUBA (le entrega algunas prendas).- La ropa de la diosa para verte amorosa…
ZAMIR.- Solo saber cuánto desea Victoria irse de estas tierras me convence de creer en sus planes… aunque no imagino tus intenciones…
ARUBA.- Ver el occidente para después morir… irme de una vez de aquí… para siempre…
ZAMIR.- Pues bien… continuemos… (Sale con las prendas. Poco después hace lo propio Aruba.)

(Oscuridad. Intermezzo musical. )

(Entra el Sultán bailando. Con él se encuentran las bailarinas y cortesanas. Incluso Anaké golpea su bastón siguiendo el ritmo.)

SULTAN (entusiasmado).- Victoria me ha prometido una noche única y distinta. Le daré joyas, ropas, y el debido trato de sultana. (A las cortesanas.) ¿No creen que es lo adecuado?
CORTESANA I.- ¡Magnífica idea!
CORTESANA II.- ¡Sabia decisión!
EUNUCO.- ¡Inmejorable determinación!
SULTAN.- Y tú, Anaké, quiero que el golpe de tu bastón en su entrada sea distinto… quiero que suene como si entrara una reina. ¿Me explico?
ANAKE (golpea el bastón de un modo imperial).- Le parece así su majestad… tal vez debiera hacerlo de una forma todavía más grandiosa.
SULTAN.- Quizás… de todas formas no estuvo mal…
ANAKE (hace unos golpes que empiezan a parecerse a unos sonidos rítmicos de percusión.) Tal vez un tanto…
SULTAN.- Bueno… tampoco que sea “la chilinga”. Solamente un tono más enfático… (Anaké golpea el bastón de la manera en que lo hacía antes.) Está bien…
EUNUCO.- ¿Desea algo más… grande y admirable sultán?
CORTESANA I.- ¿En qué lo podemos ayudar?
CORTESANA II.- Pida y suyo será…
SULTAN.- Nada más hermoso que encontrar una doncella. (Bebe vino.) Yo también puedo ser un oráculo como Aruba… Y profetizo que la bella occidental me amará…
EUNUCO.- ¡Qué viva el oráculo!
CORTESANA I.- ¡Qué bello espectáculo!
CORTESANA II.- ¡Que resuene el báculo! (Anaké hace golpear su bastón ceremonial.)
SULTAN.- Hay momentos en que uno se pone en contacto con la inmortalidad.
EUNUCO.- ¡Viva el sultán inmortal!
CORTESANA I.- ¡Pida y suyo será!
CORTESA II.- Eso lo decía yo… e iba antes… no tiene nada que ver con la inmortalidad…
CORTESANA I.- Ah, cachai… verás que pida y suya será… (se mantiene en silencio por algunos segundos.) ¡La inmortalidad!
EUNUCO.- Mejor así…
SULTAN.- ¿Qué están cotorreando?
CORTESANA II (al Sultán).- Eso es de la primera escena…
SULTAN (visiblemente embriagado, levanta sus manos hacia lo alto).- Todos los oráculos me son favorables… (De pronto ingresa Aruba.)
ARUBA.- ¡He aquí el poder de la vida indestructible!
SULTAN (espantado por la aparición de Aruba).- Casi inmortal…
EUNUCO.- Esta presencia me intimida.
CORTESANA I.- Nada bueno ha de traer.
CORTESANA II.- Más bien debemos temer.
ARUBA.- La doncella encabritada aparece como mancebo… Un barco se lleva la carga más valiosa… La hija no es la que se creía…
SULTAN.- Anaké… resuena tu báculo… pero en la cabeza de esta delirante… (Comienza a bailar desenfrenadamente. Las cortesanas y el eunuco siguen su ritmo. Anaké se dirige hacia Aruba.)
ARUBA.- Golpeas el bastón… y lo harás cuando a quien sirves ya no gobierne… (Anake se detiene. Va hacia el costado para anunciar el ingreso de Victoria, que se encuentra a las puertas del patio.) La raptada que rapta…
ANAKÉ.- Aunque no podría asegurarlo, Victoria parece estar a las puertas. Su atuendo es extraño, y su figura pareciera transformada. Pero si el sabio sultán asegura que se trata de Victoria, ni el infierno mismo puede contradecirlo.
SULTAN (al escuchar que va ingresar Victoria, se mantiene estático, y lo propio hacen las cortesanas y el Eunuco.) Dioses… demiurgos… ¿qué es lo que pedimos para los espíritus que se encuentran a las puertas del misterio de la vida indestructible!
EUNUCO.- ¡Vinos!
CORTESANA I.- ¡Y manjares!
CORTESANA II.- ¡Luz!
SULTAN.- Alimenten las antorchas… y luego váyanse a la con…
ARUBA.- Dejemos al Sultán con su destino…
SULTAN.- ¡Iros! (Todos se retiran sigilosamente excepto Anaké).- Sí… puedes quedarte… a veces aprecio que me miren… y tal vez requiera también de tus favores. (Anaké hace unos movimientos sensuales en torno a su bastón.) Es el buen vino… no hay duda… (Entra la falsa Victoria.)
Falsa VICTORIA (Zamir) (realiza un baile completamente deficiente que deja en evidencia que se trata de un hombre. Cuando ve que es el Sultán quien se encuentra en el lugar y no Kamisutra, entra en pánico. Con voz aguda).- Digno y admirable sultán…
SULTAN (extasiado por el sopor del vino).- Bella Paloma… (Entra la cortesana I.)
CORTESANA I.- Me llamaba… cachai… diga y suyo será…
SULTAN (risueño).- Querida cortesana… hablaba de otra paloma… puedes volar ahora…
CORTESANA I (hace que vuela).- Pida y suyo será… (Se retira.)
SULTAN.- Espero que no te moleste la presencia de Anaké… (rié)… que sabe usar su báculo… (Echa una carcajada. La falsa Victoria intenta bailar pero su desempeño es cada vez más deficiente.) Por momentos me haces recordar a mi hija…
ZAMIR (simula reírse pero solo deja en evidencia su temor).- Que encanto…
SULTAN.- ¡Exacto! Eres un encanto. (Intenta abrazar al disfrazado pero este logra eludirlo.) ¿Por qué escapar? ¿Acaso volverías al cáncer, a la muerte de tus seres queridos, y al olvido de tus proezas?
ZAMIR (que sigue eludiendo los embates del Sultán).- Mil vidas no alcanzan…
SULTAN.- Victoria… ya no es posible que me rechaces… el oráculo lo ha anunciado… Sultán y Victoria for ever…
ZAMIR.- No crea digno y admirable…
SULTAN.- Tu voz está un tanto extraña… rara…
ZAMIR.- Es que he tomado frío… y estoy un poco ronca…
SULTAN.- Bueno… quizás debas tomar un poco más de frío… no importa tanto la voz… (Le arrebata parte de su prenda que deja en evidencia su ropa masculina.) Oscuras visiones de Dionisios… juraría que estás más alta… y con una ropa extraña…
ZAMIR.- Debe parecerle…
SULTAN.- Me parece… (Vuelve a beber para convencerse.) A ver… (Se acerca a Zamir.) Extraño… (De un arrebato, le quita más ropa y queda en evidencia que es Zamir.) ¡Traición! ¡Traición! ¡Zamir, cuida de mí!
ZAMIR.- Aquí estoy su majestad. Me disponía a protegerlo de una conspiración…
SULTAN.- Estoy pidiendo la protección del traidor. ¡Vengan a mí! (Anaké corre y le da unos cuantos bastonazos a Zamir. Poco después, se hacen presentes las cortesanas y el eunuco.) Jamás imaginé que serías el traidor…
ZAMIR.- Ninguna traición, es toda una confusión.
EUNUCO.- El comandante hecho eunuco… la competencia no cesa…
CORTESANA I.- Pida y suyo será…
SULTAN (mareado).- ¿Qué dices?
CORTESANA II.- ¡Que aquí estamos para protegerlo, incluso con nuestras vidas! (Toma el báculo de Anaké y le da un par de bastonazos a Zamir.)
ZAMIR.- ¡Escuchen! Mis agentes detectaron una conversación en la que se decía que secuestrarían al sultán… solo quise evitar el rapto…
SULTAN (confundido, abre los ojos con horror lleno de temor).- El Rapto en el Harem…
EUNUCO.- Quisieron raptar al sultán.
CORTESANA I.- Pida y suyo será…
CORTESANA II.- Agradezcamos a los dioses su buena voluntad.
SULTAN (aún perturbado).- Asistidme… (A las cortesanas y al Eunuco) Necesito de vosotras… (Abraza a las cortesanas y al Eunuco.)
CORTESANAS Y EL EUNUCO.- Pida y suyo será.
SULTAN.- Investiguen en todas partes… (A Zamir.) Protege a mi hija.
ZAMIR.- No descartaría un complot de Aruba, la pobre está desquiciada.
SULTAN.- Tienes razón… investiga…
ZAMIR.- Así se hará digno y admirable Sultán.
SULTAN.- Salgan todos. Déjenme solo… (Todos salen, excepto Anaké.) Tú también…
ANAKE.- Quisiera acompañarlo…
SULTAN.- Tal vez otro día…
ANAKE (ceremoniosa).- Lo que Usted disponga. (Golpea su bastón y se va.)
SULTAN.- Afrontar días aciagos... Solo, vagando por palacio, para luego ser secuestrado. ¿Qué faltas cometí? ¿Qué me hace merecedor de este cruel destino? (Breve pausa.) Hubo días en que fui feliz, pero ya no los recuerdo. La vida se encarga de atormentarnos como si todo se tratara de un capricho de los dioses. (Experimenta un largo y sobreactuado sollozo.) ¿Qué me espera a mí? (Pausa.) En esta vida, no se puede creer en nada… Todavía resuenan en mis oídos las palabras de mi padre: “dad dinero al ejército y reíos de lo demás”. “Si te ríes del amor sobre vivirás… si crees en él, te perderás…” Nada más sabio. (Anaké se acerca a la entrada. Se escucha su voz: “Ilustre y digna Majestad, hay correo para vuestra magnanimidad”.) Pasa Anaké. Prefiero no estar solo.
ANAKE (ingresando con un gran sobre).- Aquí está su majestad.
SULTAN.- Léelo, querida y fiel Anaké.
ANAKE (abre el sobre y lee).- “Me he enterado de cosas que has estado diciendo. Estoy re molesta. Ven ya mismo a verme al patio occidental”. Firmado: Victoria.
SULTAN.- Extraño mensaje.
ANAKE (sensual).- Su Majestad no puede aceptar semejante tono de una sierva, por más joya que sea.
SULTAN.- Dices bien Anaké. (La mira una y otra vez.) Creo que no he apreciado lo suficiente tus bondades. (La invita a sentarse con él, vuelve a mirarla, y luego la besa. En ese instante se hace presente el Eunuco.)
EUNUCO (trae un sobre aún más grande que el anterior).- Traigo correspondencia de gran importancia para el Sultán.
SULTAN (molesto).- Léelo.
EUNUCO (abriendo el sobre).- “Me cansé de que digas mi nombre por atrás. Yo las cosas las digo en la cara. Si querías que dejara de ser tu favorita lo lograste. Ahora me voy. Búscate otra joya.” Firmado: Victoria.
SULTAN (atónito).- Un mensaje aún más extraño.
EUNUCO.- Impertinente por cierto, magnanimidad. (Entra la cortesana II.)
CORTESANA II (trae un sobre aún más grande que los dos anteriores).- Traigo correspondencia urgente para su magnanimidad.
SULTAN (impaciente, resopla con molestia).- Léela.
CORTESANA II (abriendo el sobre).- “Pida y suyo será”. Firmado: Cortesana I, que alguna vez fue su paloma.
SULTAN.- Menudos acertijos. Acompáñenme en esta hora amarga. (Se coloca en la misma posición que al comienzo de la obra. Anaké, la Cortesana II y el Eunuco, pronto toman un lugar junto al sultán.)

(Apagón. Música incidental)

(La escena se reanuda con Kamisutra escribiendo con su pluma en diversos papeles. Está de espaldas al público.)

KAMISUTRA (escribe).- Primero un mensaje diciendo que se presente inmediatamente… Luego otro expresando que ya no quiere ser la favorita y que se irá. Este nuevo mensaje debe decir… algo fuerte… algo tremendo… (Aruba llega al lugar en forma sigilosa. Detrás de ella la sigue Victoria.) Ya sé… Majestad… ocúpese de su hija y déjeme en paz… estoy dispuesta a matarlo si es necesario. (Aruba se acerca por detrás a Kamisutra, saca una daga. Con su mano izquierda le tapa la boca a la princesa, y con la derecha coloca su daga en la garganta de ella.)
ARUBA (totalmente enceguecida).- Ves… esta es la sensación de la muerte… (Victoria le hace un gesto indicando que no la mate.) Cuando le das veneno a alguien, debes cerciorarte de que muera, porque luego buscará venganza.
VICTORIA (toma los papeles escritos por Kamisutra).- ¿Qué es lo que has escrito?
ARUBA (Deja de taparle la boca y suelta a Kamisutra).- Si gritas, te clavo el puñal sin dudarlo.
KAMISUTRA.- Zamir llegará en cualquier momento. Él me defenderá de ustedes. Has ido muy lejos, oráculo infernal…
VICTORIA (a Kamisutra).- Tú también al parecer. (Lee uno de los papeles.) “Me he enterado de cosas que has estado diciendo. Estoy re molesta. Ven ya mismo a verme al patio occidental”. Fraguaste mensajes con mi nombre.
KAMISUTRA.- Sí… y ya se los envié a mi padre… Debe estar muy molesto contigo. Tendrás que irte.
VICTORIA.- Eso es precisamente lo que quiero. (Entra Zamir con su espada.)
KAMISUTRA (va hacia Zamir y lo abraza).- La loca quiso asesinarme.
ZAMIR.- Y a mí me hicieron creer que te encontraría en la sala del sultán, tendiéndome una trampa. (Amenaza a Aruba y Victoria con su espada.)
ARUBA (trastornada, como poseída).- ¿Vas a invitarme a uno de tus viajes? (Se ríe en forma estridente.) Tendrás que explicarle al Sultán mi muerte… y Victoria atestiguará la verdad… salvo que a ella también la mates…
VICTORIA (en tono reproche).- Gracias por darle ideas a Zamir…
ARUBA.- No seas cobarde. El Sultán no se tragará lo del complot. Y si a eso agregamos cierta correspondencia que acabo de hacerle llegar al Sultán… (A Zamir.) Tratativas con el Solimán de Persia… incluso con reinos de occidente… Toda una serie de conspiraciones…
ZAMIR.- Lo que hago es proteger nuestras tradiciones. Este Sultán toma vino en contra de nuestras creencias y ama a las occidentales despreciando a nuestras mujeres… incluso a su propia hija…
KAMISUTRA.- Es cierto. No me dedica nada de tiempo.
ARUBA.- Terminemos con estas sandeces. Está claro que nuestros intereses son comunes. Victoria y yo queremos irnos a Europa. Ella, no es ninguna secuestrada…
VICTORIA.- ¿Podría contarlo yo, mejor? (Aruba asiente.) Trabajo para el imperio austríaco. Mi misión es llevar al Sultán a Europa para presionar al imperio otomano. Es más fácil negociar con un sultán prisionero.
ARUBA.- Ahí entras tú, Zamir. Casándote con la princesa, serás el próximo Sultán.
ZAMIR (desconfiado).- Todo esto suena muy interesante. Lo que quisiera saber es por qué me hicieron disfrazar de odalisca para que casi me mate el Sultán.
ARUBA (con mirada iracunda y los ojos desorbitados).- Para que no dudes por un instante de que estamos dispuestas a todo… y desacreditarte frente al Sultán… una buena manera de que no te quede otra opción que aliarte a nosotras. (Breve pausa.) ¿Sabes que la embajada del sultán ya partió hacia “El Reino de las Imágenes Nítidas” del Solimán de Persia. Una vez establecido ese matrimonio, tu princesita se irá muy lejos, y nunca serás sultán…
ZAMIR.- ¿Qué es lo que podemos hacer?
ARUBA.- Que Kamisutra hable con su padre y reconozca que escribió esas estúpidas cartas, y se disculpe. Luego, para facilitar nuestros planes, que acepte el amor que Majid tiene por la occidental para que este se confíe y baje la guardia. Entonces haremos entrada Victoria y yo, mostrándonos bien dispuestas a complacerlo.
VICTORIA.- En ese momento, entre besos y situaciones placenteras, le administraremos un somnífero. Lo demás es bien sencillo: Zamir debe autorizar la salida de nuestro barco con la carga secreta: el sultán.
ARUBA.- Con el Sultán desaparecido… el segundo ocupará su lugar.
VICTORIA.- Sultán y sultana… una bella pareja ustedes dos…
KAMISUTRA.- Podré comprarme todas las joyas que quiera… ropas… usando el dinero que mi padre ahora gasta con el harem… Y podré viajar a Suiza y esperar el nuevo año en un castillo. Y también podré irme el próximo año a París con mi amiga Lucile. (A Zamir) Te dije que serías mi sultán…
ZAMIR.- No nos adelantemos a los hechos… todavía hace falta mucho para llegar a esa situación… Yo iré al muelle a preparar el barco. (A Kamisutra.) Quédate todo el tiempo en palacio. (A Victoria y Aruba.) Ustedes ingénienselas para sacar al sultán dormido y llevarlo al puerto.
ARUBA.- Así se hará. Siempre quise conocer Europa.
VICTORIA.- Con el dinero que nos paguen por el Sultán, podremos vivir como reinas.
KAMISUTRA.- Y yo seré la sultana…
ZAMIR.- Pues bien… continuemos. Hay mucho por hacer… (Todos salen.)
(Apagón.)

(La escena se reanuda con el Sultán recostado, al igual que en la primera escena. Sobre él, se encuentra Anaké, el Eunuco y la cortesana II.)

CORTESANA I (ingresando).- Pida y suyo será. (Se recuesta con los demás sobre el sultán.)
KAMISUTRA (entra sigilosa, poco después).- Afrontar días aciagos… sola, vagando por palacio… (Se acerca hacia donde está su padre.) Siempre rodeado de mujerzuelas. (Molesta.) Te queda poco tiempo papito…
ANAKE (somnolienta, se levanta de a poco).- Observé a los hombres, dormí con ellos… (Se dirige de inmediato al extremo derecho del escenario.)
CORTESANA II.- Calla temeraria.
CORTESANA I.- Pida y suyo será.
EUNUCO.- No hablen que despertarán al Sultán.
SULTAN.- ¿Qué están balbuceando?
KAMISUTRA (se acerca a su padre).- Veo que estás disfrutando de la compañía de tus fieles servidoras.
SULTAN.- Sí… cada tanto… pero tengo tiempo para ti, querida hija…
KAMISUTRA.- No… no quiero molestarte, solo decirte que he reflexionado mucho y que creo que está bien que tengas tus fiestas, tus mujeres, y a esa occidental…
SULTAN.- ¿Estás hablando en serio?
KAMISUTRA.- Por supuesto… ya dejé de ser una niña… puedo entender ciertas cosas.
SULTAN.- Loados sean los dioses, ya que mi hija acepta todos mis actos. (La abraza.)
KAMISUTRA.- Tanto los acepto, que incluso he arreglado con Aruba y Victoria que vengan a verte en este mismo momento. Tienen una sorpresa… algo especial… Yo, en cambio, me empezaré a preparar para el importante matrimonio que has acordado para mí.
SULTAN.- Pensé que creías que el Solimán de Persia era muy viejo para ti.
KAMISUTRA.- Tal vez… pero una debe ser obediente a su padre y, como dijeras, su reino es tres veces más grande que el nuestro.
SULTAN.- Siento que vivo un sueño… (Dirigiéndose a sus cortesanos.) No son magníficas las noticias de mi hija…
EUNUCO.- ¡Maravillosas!
CORTESANA II.- ¡Portentosas!
CORTESANA I.- Pida y suyo será.
ANAKE (golpeando el bastón).- Solicitan el ingreso a vuestra corte Victoria y Aruba.
SULTAN.- Queridas mías… como dijera mi tío Sebastianus, quiliarca de Palestina, cuando una bella señorita te agrada… hecha a todos para quedarte sola con ella…
EUNUCO.- ¿Aún en una fiesta importante?
SULTAN.- Sí…
CORTESANA II.- ¿Incluso en un cumpleaños?
SULTAN.- Especialmente en un cumpleaños. Ya debieras saber que un hombre que organiza un cumpleaños especial, lo hace al solo fin de invitar a una doncella.
CORTESANA I.- Pida y suyo será.
SULTAN.- Lo estoy pidiendo… paloma… vuelen como las gaviotas. (Todos salen, excepto Anaké.)
ANAKE (golpea su bastón).- Aruba la ex favorita… y Victoria la nueva apetecida… (Entran Victoria y Aruba.)
VICTORIA (muy sensual).- Hoy es el día… venimos a retribuirte por todas las atenciones que nos has dispensado.
ARUBA.- Tendrás una noche que será un verdadero viaje… como los de Zamir…
SULTAN (rebosa de alegría).- Todo parece maravilloso… Recién vino mi hija y me dijo que las acepta… que consiente mi harem y todo lo que hago…
ARUBA.- ¿Y no te dijo que las cartas que recibieras las había escrito ella?
SULTAN.- No.
VICTORIA.- Pues así fue… jamás hablaría en ese tono a su magnanimidad…
SULTAN.- No tiene ninguna importancia. Ahora desbordo de alegría… Incluso la explicación de Zamir cuando apareció vestido de odalisca me resultó muy extraña, por no decir inconvincente… Pero yo les doy el perdón a todos… Mi reino será alegría, baile, y fiestas…
VICTORIA.- Y esta será la primera gran fiesta.
ARUBA.- Algo que nunca olvidarás.
VICTORIA.- Sería mejor que Anaké nos dejara a solas.
SULTAN.- Claro… retírate Anaké. (Anaké abandona el lugar siempre con pasos rectilíneos.) ¿Les parece bien?
VICTORIA.- Inmejorable. (Victoria comienza una danza muy sensual y Aruba la acompaña.) Deberíamos brindar antes de solicitar un rico manjar.
SULTAN (acercándose a las danzarinas).- No pensemos en bebida… mejor démosle forma a… nuestro encuentro placentero…
VICTORIA (se acerca al Sultán y le da un beso).- Por supuesto que muy pronto comenzaremos… pero una bebida inicial favorece los movimientos…
SULTAN.- Yo estoy todo movido…
ARUBA (lo besa).- Necesitamos más movimiento.
SULTAN.- Si esa es la causa… imposible negarme…
ARUBA.- Prepara, querida Victoria, la bebida para nuestro Sultán. (Mientras Aruba lo entretiene con su baile sensual, dándole algunos besos, Victoria prepara la copa con vino, en donde vierte, de una pequeña botella, el somnífero.)
VICTORIA.- Ya esta lista la copa para su magnanimidad. (Le entrega la copa al Sultán.)
SULTAN.- ¿Ustedes no beben?
ARUBA.- No le parece, poderoso Sultán, que estamos bastante bebidas y en movimiento.
SULTAN (que empieza a bailar con mayor entusiasmo).- Sí… lo observo… pero nunca está de más una copa más…
VICTORIA (bailando casi sobre el cuerpo del sultán).- Beberemos de cualquier copa que nos ofrezcas… (El Sultán hace un movimiento brusco y deja caer su copa.)
SULTAN.- Perdonad, doncellas…
VICTORIA.- ¡Pardiez!
ARUBA (nerviosa).- Sírvele otra copa al digno y admirable sultán.
SULTAN.- No lo creo necesario.
VICTORIA (toma la copa caída y vuelve a llenarla, para luego agregar el líquido de su pequeño frasco.).- Acepte nuestra gentileza…
SULTAN.- Os lo agradezco, pero dudo que me apetezca…
VICTORIA (imperativa. Le da un beso).- Acéptelo… para estar más relajado…
SULTAN.- Imposible rechazar un ofrecimiento semejante. (Bebe la copa.) Excelente… y pensar que mi padre, guiado por sus creencias, consideraba a esta bebida pecaminosa…
ARUBA.- El Sultán es moderno…
VICTORIA.- Progresista…
SULTAN.- Nunca una bebida me ha sentado tan bien.
VICTORIA.- Sin duda lo disfrutará…
SULTAN (siente un puntazo en su estómago y se contrae sobre sí mismo).- ¿Qué es esto que siento?
VICTORIA.- Algo ligero… luego se relajará…
SULTAN.- Es cierto… Pensar que creía que yo no te importaba… Y ahora, bajo el influjo de la bebida, puedo decirte lo que realmente siento… Te amo… te he amado desde el primer momento que te vi… así de simple… Ninguna de las mujeres del harem me hizo sentir lo que tú. Y ahora estoy seguro de que mi padre se equivocaba al hablar así del amor… no me perderé…
VICTORIA (impactada por las palabras del sultán).- No imaginaba…
ARUBA.- Es el alcohol, Victoria…
SULTAN (experimenta una nueva contracción, y empieza a marearse).- Te juro por todos mis antepasados, que lo que he dicho es cierto…
VICTORIA (conmovida).- ¿En verdad siente eso…?
ARUBA.- No descuidemos los planes…
SULTAN.- ¿Planes? (Observa a Victoria con una mirada afligida).- Hagas lo que hagas, nunca dejaré de amarte…
VICTORIA (contrariada).- Entonces me he equivocado…
ARUBA.- Terminemos con esto ya…
SULTAN (casi desvaneciéndose).- Nunca olvides lo que te he dicho… (Se desvanece y cae al suelo. Victoria se queda inmóvil.)
ARUBA.- Estamos a un paso de cumplir nuestros planes. Olvida lo que te dijo.
VICTORIA.- Dijo que me amaba…
ARUBA.- A todas nos dijo eso en algún momento…
VICTORIA.- Pero su rostro… (Entra Kamisutra.)
KAMISUTRA.- Zamir acaba de enviarme un mensajero. El barco está preparado. (Mira el cuerpo tendido de su padre).- Ahora no vas a tener tiempo para dedicarme… (Echa una carcajada maliciosa.) Y tampoco vas a poder atender a tus palomas. (Entra la cortesana I.)
CORTESANA I.- Pida y suyo será. (Victoria sigue ensimismada y conmovida. Aruba observa con preocupación a la cortesana.)
KAMISUTRA.- Blanca palomita… quiero brindar contigo… por los buenos tiempos de mi padre…
CORTESANA I.- Ah… el sultán parece caído…
KAMISUTRA (prepara la copa de vino, toma un frasco grande que dice “veneno”, y lo echa en la copa).- Mi padre solo está durmiendo. Festeja con nosotras, blanca palomita… (Le da la copa. La Cortesana I bebe.)
CORTESANA.- Ah… ¡qué bebida fuerte… cachai!
KAMISUTRA.- Muy fuerte…
CORTESANA I (cae sobre sí misma y tiene unos fuertes espasmos. Con voz débil).- Pida y suyo será… (Muere.)
VICTORIA.- ¿Era necesario?
KAMISUTRA.- Voy a ser una sultana despiadada…
ARUBA.- Terminemos con esto. Tomemos una alfombra y enrollemos el cuerpo del sultán. (Aruba y Kamisutra se disponen a enrollar el cuerpo, mientras Victoria se queda estática, ajena a la situación. Entra Zamir.)
ZAMIR.- El barco nos está esperando. Para mayor seguridad, llevaremos el cuerpo desde el primer piso de palacio. De esa manera eludiremos cualquier retejamiento. (Zamir ayuda a envolver con la alfombra al sultán.) Bien… llevémoslo… (Entre Aruba, Kamisutra y Zamir, llevan la alfombra con el cuerpo del sultán. Victoria permanece en silencio con la mirada perdida. Poco después sale. El escenario permanece en silencio. Poco después, se hacen presentes Anaké, la Cortesana II, y el Eunuco.)
EUNUCO.- ¿Dónde está nuestro magnánimo sultán? (Ve a la Cortesana II tendida. Se dirige hacia ella.) ¡Qué horror! Nuestra Paloma está muerta…
CORTESANA II.- ¿Has dicho muerta?
EUNUCO.- ¡Completamente muerta!
ANAKE.- El Sultán no la autorizó a que se muriera… ha cometido una falta grave.
CORTESANA II.- Pude ser yo…
EUNUCO.- E incluso yo…
ANAKE.- Yo no… (El Eunuco y la Cortesana II comienzan a llorar. Anaké queda impávida sin hacer gesto alguno.)

(La escena prosigue en el primer piso del palacio. Se escuchan voces.)

ZAMIR.- Cuidado. Esperemos un poco. Han aparecido algunos guardias que no son de mi confianza.
ARUBA.- Pensaba que habías arreglado todos los detalles.
ZAMIR.- No es tan sencillo.
KAMISUTRA.- Nadie se atreverá a revisar una alfombra de la princesa.
ZAMIR.- Tal vez, pero debemos ser cuidadosos.
ARUBA.- ¿Dónde está Victoria?
ZAMIR.- Ella ya no importa. Coloquemos la alfombra junto a la ventana, para aliviar el peso. (Colocan la alfombra con el Sultán sobre la ventana del primer piso de palacio.)
(La escena prosigue en la planta baja.)

EUNUCO (muy expresivo).- Lamento lo de paloma. Pero estoy aún más preocupado por el Sultán. Jamás abandona palacio sin darnos aviso.
CORTESANA II.- Algo extraño está sucediendo.
EUNUCO.- Tampoco he visto a Victoria y Aruba.
CORTESANA II.- Y Zamir ha tenido conductas muy extrañas.
ANAKE (inmutable).- La hija tampoco está en sus aposentos según he sido informada.
EUNUCO.- Busquemos por todas partes. (Comienzan a examinar todos los sectores de la planta baja. Poco después, el Eunuco sube al primer piso. La Cortesana II permanece en planta baja.)
ANAKE.- Todo esto es muy irregular… y no quiero imaginar el humor del Sultán cuando sepa que ha muerto su antigua paloma… (Se queda estática. La Cortesana II sigue escudriñando por todos los sectores.)

(La escena continúa en el primer piso.)

ARUBA.- Está pasando mucho tiempo, esto me inquieta.
ZAMIR.- Estás muy inquieta, oráculo. (Breve pausa.) Debemos ser pacientes.
KAMISUTRA.- Mejor que me presente y diga que necesito llevarme esta alfombra.
ZAMIR (a Kamisutra).- Calma princesa, no nos dejemos llevar por la impaciencia.
ARUBA.- Hagamos lo que dice Kamisutra. Este silencio no es nada prometedor.
ZAMIR.- Calla, por favor.
KAMISUTRA.- Victoria no aparece. ¿Y si nos traiciona y da alerta?
ZAMIR.- No creo que eso sea de su conveniencia.
ARUBA.- Se congratularía con el Sultán que la colmaría de joyas.
KAMISUTRA.- Es cierto, ¿cómo no nos dimos cuenta antes?
ZAMIR.- ¡Pueden calmarse de una vez! (Se escuchan unos ruidos.)
ARUBA.- Es el eunuco…
VOZ DEL EUNUCO.- ¿Qué hacen allí? El Sultán ha desaparecido… qué es esa alfombra…
KAMISUTRA.- ¡Nos descubrió!
ARUBA.- ¡Victoria nos traicionó!
ZAMIR.- Tengo todo bajo control, eunuco.
EUNUCO (ya es visible a través de las ventanas del primer piso).- En otras circunstancias tal vez… pero ahora todo es muy extraño… (Anaké y la Cortesana II miran hacia el primer piso.)
ZAMIR.- Yo también estoy investigando el paradero del Sultán.
EUNUCO.- ¿Qué es esa alfombra?
ZAMIR.- Algo que pertenece a la princesa…
KAMISUTRA.- Es mi alfombra y no tengo que darle explicaciones a un asqueroso Eunuco…
ARUBA.- Ciertamente, puedes retirarte.
EUNUCO (amaga con irse, camina un poco, y luego, de un arrebato, va hacia la alfombra. Empieza una escaramuza entre el eunuco, Aruba y Kamisutra. Zamir se mantiene a distancia).- Creo intuir lo que están escondiendo. (El tironeo continúa hasta llegar a un crescendo donde el Eunuco se da cuenta de que está el sultán.) ¡El Sultán está en la alfombra!
ZAMIR.- ¿Qué estás diciendo?
EUNUCO (mientras continúa el forcejeo, mira hacia la planta baja).- ¡Anaké llama a la guardia! ¡El Sultán han sido raptado! (El forcejeo es mayor y, como consecuencia, la alfombra cae por la ventana desde el primer piso hasta la planta baja. Todos observan horrorizados la caída de la alfombra con el sultán.) ¡Digno y admirable sultán! ¡Mi pobre sultán! ¡Qué día más oscuro! (La cortesana II corre hacia la alfombra con el sultán.)
CORTESANA II.- Nuestro amado sultán ha muerto. (Gritos y sollozos.)
ZAMIR (dirigiéndose a Aruba).- Lo que has hecho es imperdonable… un verdadero acto de traición… Haber abusado de la confianza de la princesa para intentar secuestrar a nuestro sultán…
ARUBA.- Víbora traidora… ¡tú eres parte de la conspiración!
ZAMIR.- Que mientas descaradamente no hará que te exculpes. Nadie puede creer en la palabra de una delirante… que está totalmente loca…
ARUBA.- ¡Maldito traidor!
ZAMIR.- Eunuco: ¡llévatela por conspiración! (El eunuco duda.)
ANAKE.- Según nuestras leyes, si el sultán muere, a Zamir le corresponde ocupar su lugar, hasta la ceremonia oficial de su nombramiento, cuando todos los documentos oficiales lo confirmen.
ZAMIR (al Eunuco).- Has escuchado a Anaké. Cumple mi orden.
KAMISUTRA.- Cumple con lo que te dice mi sultán… y si no, la orden la doy yo como sultana…
ANAKE.- No corresponde eso que dices Kamisutra. Por ahora sigues siendo la princesa, como hija del sultán muerto. Si luego contrajeras matrimonio con Zamir, si los documentos y leyes confirmaran su cargo, entonces sí podrás ser llamada sultana.
KAMISUTRA.- Como sea… llévense a esa loca… (El eunuco se lleva a Aruba.)
ARUBA (poseída, totalmente descontrolada).- ¡Esta traición impedirá tu coronación!
ZAMIR.- La pobre está muy loca y dice toda clase de improperios. ¡Llévatela!
KAMISUTRA (abraza a Zamir).- Mi querido Sultán.
ZAMIR.- Busquen a Victoria. Debemos averiguar si ella era parte de la conspiración.
CORTESANA II.- Guardemos respeto por el sultán muerto… especialmente su hija, que ya está nombrando sin tristeza alguna, al sucesor de su padre.
KAMISUTRA.- Estoy muy triste por mi padre… pero también alegre de que un servidor tan fiel lo suceda…
ZAMIR.- Sabias palabras…
ANAKÉ.- Hagamos un minuto de silencio por nuestro sultán caído. Y luego nos dispondremos para la ceremonia de coronación del nuevo sultán. (Breve pausa.) Hagamos pues, el minuto de silencio.
CORTESANA II.- Que en esta reverencia incluyamos a la pobre paloma olvidada, fiel cortesana, que también murió en este día.
ANAKE.- Comencemos.
(Silencio total. La tristeza es muy notoria en el eunuco y la cortesana II, mientras Anaké es inexpresiva, y la princesa se ríe abrazando una y otra vez a Zamir, que intenta disuadirla de realizar tales expresiones.)
EUNUCO (llora desconsoladamente).- Mi noble y admirable sultán…
ANAKÉ.- El minuto ha concluido. Que se declare el luto en todo el reino mientras esperamos la ceremonia de sucesión. Vayamos pues…
(Apagón general.)
(La escena se reinicia con la danza de las bailarinas. Todo el clima es festivo. Ingresa Zamir, solemne, junto a Kamisutra. A un lado, se encuentra la Cortesana II y Victoria, triste y callada)
ANAKÉ.- Como corresponde en este solemne acto, daremos lectura a los documentos que corroboren la sucesión. Eunuco…
EUNUCO (con varios papeles en sus manos).- Siguiendo con los procedimientos habituales, hemos encontrado una serie de documentos que no pueden ser ignorados. En el primero, se puede certificar que Kamisutra, no era hija sanguínea del sultán, sino que fue adoptada por él. (Sorpresa general.) Como es sabido por ley, la adopción solo se torna concreta cuando la adoptada llega a la mayoría de edad o se estipula en un documento específico. (Risueño.) Hay un borrador de Majid que pareciera haber sido pensado para realizar eso… pero no lo terminó y no tiene validez jurídica. En solo tres meses, te habrías convertido en sultana sin casarte con Zamir… (Irónico.) ¡Qué pena! Por otra parte, otro documento secreto, asegura que para preservar la dinastía de Omar, se mantuvo oculta la identidad de una descendiente directa del fundador de este reino. El linaje de Majid, sultán muerto, se remontaba a una sobrina lejana de la antigua reina madre. En cambio, la persona cuya filiación fue omitida por su seguridad, desciende en forma directa de la Reina Madre Samara. Por lo tanto, a esa persona y no a Zamir, corresponde ocupar el sultanato. (Estupefacción general. Numerosos comentarios.)
ZAMIR.- Me parece que todo esto es un poco intrincado.
KAMISUTRA (humillada y avergonzada).- Todo esto es una pesadilla.
ANAKE.- Revela pues la identidad de la descendiente directa de la Reina Madre Samara.
EUNUCO.- Se trata de la cortesana sobreviviente. Como es sabido, al cumplir ese rol de servidora, nadie sospechó nunca su linaje y por lo tanto se pudo preservar su vida.
KAMISUTRA.- ¡No! ¡La sirvienta ahora es la sultana! Esto es mucho para mí… (se desmaya.)
ZAMIR.- Sin cuestionar el linaje ni la documentación, considero que es riesgoso que el reino sea conducido por alguien que hasta hace unas horas transportaba frutas en una bandeja…
ANAKE.- No corresponde al segundo, quiliarca del reino, hacer aseveraciones respecto a la naturaleza de nuestras leyes…
EUNUCO.- Además, otro documento, registra la declaración de Victoria, aquí presente, que se auto inculpa de ser parte de una conspiración que incluía a la rea Aruba, la ex princesa desmayada y Zamir… sin hablar de las cartas escritas a reinos enemigos pidiendo apoyo militar y económico por parte de este último…
ZAMIR.- Todo lo que hice fue proteger los intereses de este reino. La historia me juzgará…
ANAKE.- La justicia… dirás… por la gravedad de tus delitos…
EUNUCO.- Deberás responder por tus actos.
ZAMIR.- Afrontaré cualquier situación.
ANAKE.- Finalicemos este acto coronando a la cortesana. (La Cortesana II avanza hacia el centro de la escena en forma solemne.) Juras ocupar este cargo para beneficio de este reino y la prosperidad de su pueblo.
CORTESANA II.- ¡Juro!
ANAKE (coloca el bastón ceremonial en la cabeza de la Cortesana).- Te instituyo como soberana sultana de estas tierras bajo el nombre de Pamina, descendiente directa de la Reina Madre Samara, progenitora del fundador de este reino.
EUNUCO.- ¡Que viva la cortesana que ahora es sultana!
ZAMIR (con toda clase de gestos quejosos).- Que viva…
KAMISUTRA (se despierta de su desmayo justo en el momento en que el Eunuco coloca la tiara de sultana en la cabeza de Pamina, la antigua cortesana.) No lo puedo creer… (Vuelve a desmayarse.)
ANAKE.- Corresponde a la nueva sultana dar un discurso de aceptación del cargo.
Antigua Cortesana (PAMINA).- Sé que alguno puede pensar que no estoy preparada para este cargo. Se equivoca. En secreto, durante años, fui instruida en las obligaciones propias de esta responsabilidad. Y cada vez que servía al sultán como cortesana, entendí que todos los seres humanos deben ser iguales, libres y fraternos. (Breve pausa.) Todos somos recuperables… todos podemos mejorar… Creo en la naturaleza y la esencia de cada ser humano, y mis actos de gobierno estarán dirigidos a la búsqueda y el cultivo de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza en cada súbdito de este reino.
EUNUCO.- ¡Viva la sabia sultana!
VICTORIA.- ¡Qué viva!
ZAMIR (con rostro de profunda decepción).- Viva…
PAMINA.- Todas las obras de los hombres no son más que arena, que espera el curso de la marea para desintegrarse. (Breve pausa.) Por eso, en este reino, nos ocuparemos del espíritu humano, de crear las condiciones para la superación del individuo. ¡Creemos en la Libertad, en la Igualdad, y en la Fraternidad de todos los seres humanos!
EUNUCO.- ¡Sultana Pamina!
VICTORIA.- ¡Es una divina!
ZAMIR.- Que viva…
PAMINA.- Cuando el amor y la fraternidad despuntan los actos humanos, solo puede haber luz entre los seres humanos.
EUNUCO.- ¡Maravillosa sultana!
VICTORIA.- ¡Por todos será amada!
PAMINA.- Y porque creo en cada una de las cosas que dije, es que he resuelto lo que sigue: ante todo, indultar a la occidental Victoria, ya que ha mostrado sobradas pruebas de arrepentimiento.
VICTORIA.- ¡Cuánta magnanimidad!
EUNUCO.- Pida y suyo será… ¡Oh… perdón…! Todavía recuerdo a Paloma…
PAMINA.- Ciertamente haré erigir un mausoleo recordándola. Y al Sultán que me ha antecedido, trágicamente desaparecido, un obelisco que perpetúe cada uno de sus actos. (Breve pausa.) Por otra parte, declaro en este solemne acto, que Kamisutra será considerada nuevamente princesa. (Camina hacia donde Kamisutra está desmayada, hace que se levante y luego la abraza.) Y Zamir conservará su cargo de segundo en el reino.
ANAKE.- ¿Lo cree adecuado?
PAMINA.- Ciertamente. Y liberen a Aruba de inmediato. Ha sufrido mucho y debe viajar a Europa si ese es su deseo, como también tendrá esa posibilidad Victoria. (Victoria se inclina haciendo un gesto de reverencia a Pamina.) En cuanto al fiel Eunuco, lo nombro primer ministro, responsable de los más altos asuntos de estado.
EUNUCO.- ¡Gracias magnanimidad!
ANAKE (dirigiendo su bastón ceremonial hacia Pamina).- Has superado las pruebas indispensables para abandonar la oscuridad y ser uno con la Luz. (Se escuchan tres campanadas.) Celebramos la vida del reino que renace. Lamentamos la muerte del sultán que cae. Vivimos una era de oro de amor y fraternidad.
EUNUCO, VICTORIA, ZAMIR.- ¡Compasión y clemencia, bondad y majestad!
PAMINA.- ¡Hemos alcanzado nuestro mediodía!
(Música triunfal.)
Fine del opus

Obra registrada en ARGENTORES
Leonardo BUGLIANI, matrícula 6530, Sociedad General de Autores de la Argentina (ARGENTORES). Derechos reservados.

Guión de "Una Hora Americana"


1918 - 2008

Leonardo Bugliani

“UNA HORA AMERICANA”
Tragedia musical en 1 acto

Música de Santiago Buzzi

Personajes:

Deodoro Roca

Dante Alighieri

Marcelo

Pablo

Lara

Camila

Deodoro/doble

Ménades (Coro Escénico):

9 integrantes femeninos.

Coro Musical.

Orquesta de cámara.

A Hernán Rossi
Comienzo del viaje:

(El público es recibido en la antesala por las ménades enmascaradas. Las mismas le entregan a cada espectador, una rama de laurel. Es necesario que el aspecto y el trato sea intimidante, aunque no agresivo. Debe pedírsele a los presentes, que guarden silencio. Poco después se les indica si desean iniciar el viaje, dando detalles de los riesgos que este implica, puesto que abandonarán todo lo conocido (mundo profano), para conectarse con lo invisible (mundo sagrado).

Cruce de la laguna Estigia

Los espectadores son invitados a recorrer un pasillo completamente oscuro. Una de las ménades tiene un farol mínimo, que apenas alumbra. Otras dos portan incienso en unas máculas.

Voz: Esta no es una obra de teatro y debo advertirles las consecuencias del camino que vais a emprender. El único verdadero teatro que habéis conocido es vuestras vidas mismas; y ahora, si traspasáis este umbral, morirá todo aquello que creísteis real, y os encontraréis con vuestro verdadero Ser, por el poder del misterio de la vida indestructible. (Pausa prolongada.) Vais a acompañar a nuestro héroe, Deodoro Roca, y así, junto a él, conoceréis su vida, que es la vuestra, la de cualquier mortal; y como cada uno de los actos que acometéis se reflejan en la eternidad: para que cuando volváis de este recorrido, si es que volvéis, comprenda, cada uno de vosotros, que la vida y la muerte en nada se asemejan a lo que se os ha enseñado. (Pausa prolongada.)

¿Estáis dispuestos a iniciar el viaje?

(Las ménades vuelven a preguntar a los espectadores si desean emprender el viaje. Si alguno desistiera por cualquier razón, será acompañado hasta la antesala sin pedirle explicación alguna.)

(Sonidos tribales invaden todo el espacio. Tambores rítmicos. También se escuchan lamentos. Todos los sonidos se detienen de golpe. Se abre la puerta que conecta al mundo sagrado.)

(Las ménades ayudan a los espectadores a ingresar a la cámara, y luego a ubicarse en sus respectivas sillas. Instantes después, cierran la puerta de entrada que da al mundo profano.)


Decoración del espacio

(La sala en su conjunto es el espacio escénico en el cual se representa el viaje simbólico de Deodoro Roca. Exactamente en el centro de toda la sala (cámara) hay 3 ó 5 filas de 11 sillas cada una. Del lado derecho (si la visión parte de la entrada), hay una roca de considerable tamaño. A su lado, una calavera con una vela encendida. Paralela a la piedra y cerca de la primera hilera de sillas, un ataúd sin tapa y, dentro de él, se encuentra Deodoro Roca. Del lado derecho, hay un podio típico de orador.)

Voz: Observad como yace nuestro héroe. Reflexionad acerca de que los más grandes hombres de la humanidad han tenido igual destino. Todos los seres humanos actúan en función de su comprensión de la muerte. Y por esa visión errónea de este misterio viven en la forma equívoca en que lo hacen. La muerte es el único misterio que debemos comprender. (Breve pausa) Ved a Deodoro Roca ahí, tendido, sin más fuerza o valor que esa roca que se encuentra a su lado. Por última vez voy a preguntaros: ¿estáis dispuestos a iniciar el viaje? (Pausa.)

Visitas el interior de la Tierra para encontrarte. (Pausa.) Viajero: nada encontrarás afuera de ti que tenga valor. Más bien obsérvate, explora tu interior, y conocerás el sendero. Ninguna verdad hallaréis aquí que primero no hayas descubierto dentro de ti mismo.

Inicio formal de la obra


Obertura Musical


(Oscuridad total. Mientras la música inunda la sala, el aroma del incienso quemado penetra en el recinto.)



(Sumida la escena en la más completa oscuridad, comienzan a escucharse movimientos, pero no puede apreciarse de que naturaleza son los mismos. Por momentos parecieran pisadas de personas caminando, luego se asemeja al oleaje típico de la costa. A poco de producirse lo descrito, empieza a aparecer una neblina que invade el escenario y, gradualmente, en el horizonte, aparece una estrella de cinco puntas que se va iluminando con intensidad. Cuando es muy visible, casi como el Sol en el amanecer, suenan once campanadas rítmicas sucesivas. Las ménades, ataviadas con ropaje negro y máscaras en los rostros, son nueve. La niebla llega a su mayor intensidad, al punto que no permite que nada se vea. Suena un segundo acorde pero más breve. Las ménades cambian de posición en un movimiento circular.)


Música de escena

(Una tenue luz blanca alumbra el ataúd en donde se encuentra Deodoro con una túnica de color gris recostado en un ataúd. Está en un profundo letargo, con una corona de laureles colocada sobre su plexo solar. Las ménades emiten sonidos de lamento: un chirrido gutural cada vez más molesto y amenazante. Cuando Dante Alighieri se hace presente acercándose a Deodoro, las ménades varían el tono de sus voces frenéticas. Dante observa detenidamente el cuerpo de Deodoro. Tras algunos segundos, se reclina y contempla la corona de laurel que está sobre el cuerpo de Deodoro. Toma la corona, la observa, y se la coloca en su cabeza. Después se pone con las piernas extendidas por encima del ataúd de Deodoro, parado. Toma con su mano derecha la diestra de Deodoro y, de un solo impulso, lo levanta del ataúd. Deodoro recupera al instante la vida).

CORO (con voz poderosa y límpida).- He aquí el poder de la vida indestructible.

(Deodoro está frente a Dante, pero tiene dificultades para observar su entorno. Las ménades quitan el ataúd y comienzan a girar como sombras en pena en el sentido contrario del reloj.)

DEODORO ROCA (alejándose unos pasos de Dante e intentando esquivar a las ménades).- ¿Eres quien creo? (Ambos, durante el diálogo, estarán girando alrededor de las filas de sillas.)

DANTE ALIGHIERI (Lleva un volumen de “La Divina Comedia” en su mano. Jovial).- Yo, por el contrario, estoy seguro de quien eres, porque vine a buscarte.

DEODORO (entre asombrado y expectante).- Extraña es la muerte. (Breve pausa.) Es cualquier cosa menos lo que imaginan los seres humanos.

DANTE.- No es mucho más extraña que la vida. (Breve pausa.) De ella tampoco parecen conocer mucho los seres humanos.

DEODORO.- A la vida la conozco… en cambio esta sensación…

DANTE.- No la recuerdas… a todos nos ocurre en este tránsito. (Las ménades quedan estáticas.)

DEODORO (observa cada rasgo de Dante).- Pero de todo lo que me tocó en suerte hasta ahora, nada me sorprende más que estar convencido de quien es Usted.

DANTE (en tono docente).- Esa no es la clase de recuerdos que importan.

DEODORO (emocionado).- Pero como no recordar al divino Dante Alighieri.

DANTE.- La misma importancia que encontrarse con Deodoro Roca.

DEODORO (en tono neutro que no permite adivinar su estado).- ¿Se burla de mí?

DANTE.- La misma sorpresa experimenté cuando salió a mi encuentro Virgilio.

DEODORO (conmocionado por las implicancias de lo que le ha dicho Dante).- ¿Quiere decir que lo que escribió en la Divina Comedia no era ficción sino una experiencia real?

DANTE.- Todas son experiencias de la conciencia. Lo demás es maya, una completa irrealidad. No hay ninguna diferencia entre una obra escrita o cualquier existencia humana. Todo es la mente del Uno. (Las ménades recobran el movimiento y giran con mayor frenesí emitiendo un sonido ligero.)

DEODORO (notoriamente impactado por las palabras de Dante).- Pero su pluma, admirado Dante Alighieri, estaba a la altura de la de Virgilio. Pobre de mí si tengo que compararme a tamaños artistas…

DANTE.- Aquí no tienen importancia los logros artísticos. (Arroja el volumen de “La Divina Comedia” al suelo.) Sólo cuenta si se trata de un buen metal.

DEODORO (sorprendido).- Metales… ¿está hablando de alquimia?

DANTE.- Por supuesto. Eres un buen metal, Deodoro Roca. Y eso es lo único que cuenta para este viaje.

DEODORO (estupefacto).- ¿Viaje…? Dijo… ¿viaje? (Dante asiente ceremonioso con la cabeza y las ménades hacen lo propio desde su lugar.) Suponía que sería Caronte el que me guiaría con su barca… (Saca una moneda de su bolsillo y se la muestra a Dante.)

DANTE.- No es posible el ascenso y la comprensión sin el viaje.

DEODORO.- Es extraña la muerte.

DANTE.- No menos extraña que la vida. Ahora estamos al otro lado del valle, pero es la misma experiencia. (Breve pausa.) ¿Estás dispuesto a emprender el viaje?

DEODORO (con voz segura).- Estoy preparado.

DANTE.- Debes permanecer siempre en silencio, para no perturbar a los moradores y darte la oportunidad para comprender.

(Dante toma la mano de Deodoro y, muy lentamente, empieza a recorrer en círculo el escenario, siempre en la dirección de las agujas del reloj. Las ménades, como ánimas, los siguen desde atrás en procesión. La música inunda la sala. Mientras se produce el recorrido, medio giro, el coro canta los siguientes versos.)


CORO cantado.-

Abandonad los sueños y quimeras,
que lo mejor, como Sileno dijera:
es no haber nacido siquiera.


(Al culminar el breve recorrido, Dante deja a Deodoro donde se encuentra la piedra y la calavera con una vela encima. Deodoro se sienta sobre la roca de espaldas al público. De golpe, la luz desaparece por completo y el escenario solo refleja la luz de la vela. Las ménades se han colocado en todos los ángulos del espacio y en cada lado del rectángulo que es toda la sala.)


DEODORO (con voz trémula).- Uno nunca puede encontrar un momento para detenerse y observar. De eso se trata todo… (Breve pausa.) Por eso lo único permanente es el conflicto. (Sus palabras son un largo crescendo). Yo lo viví. Yo lo sentí en cada momento… Observé a los hombres. Observé a la sociedad y no entendía por qué todo era tan injusto, tan caótico. (Breve pausa.) Nadie que observe la realidad con un dejo de sensibilidad puede dejar de ser un reformador. Por eso, la rebeldía debiera ser la condición natural del hombre, de un tipo de ser humano que se trascienda a sí mismo.

ANIMA (ménade) I.- ¡Calla insensato! (Deodoro no se inmuta.)

ANIMA II.- ¿¡Crees que estás en una asamblea!?

ANIMA III.- ¡Conócete a ti mismo…!

ANIMA IV.- ¡…y conocerás al Universo y a sus Dioses!

ANIMA V.- ¡Calla insensato!

ANIMA VI.- Solo el silencio te otorgará las respuestas.

ANIMA VII.- Dentro de ti hallarás todas las verdades.

DEODORO (firme).- He muerto y nada temo.

CORO.- La muerte es el espejo de la vida. Calla, temerario, que aquí revives tu pasado, conoces el futuro y encuentras el eterno presente. (Pausa.) Aquí se templan todas tus vidas. (Breve pausa.) Aquí pereces y renaces por toda la eternidad.

DEODORO (por primera vez muestra inquietud que, de todas formas, está lejos del miedo. En tono pausado, quejumbroso, pero que va tornándose firme).- La vida que viví me pertenece. Y volvería a vivirla eternamente.

CORO.- ¿Acaso volverías al cáncer, a las muertes de tus seres queridos, a la ingratitud de los hombres y el olvido de tus proezas?

DEODORO (firme).- ¡Sí!

CORO.- ¿Acaso es ese episodio de Córdoba el que te envalentona? (Con sorna.) ¿Fue esa tu gran gesta?

DEODORO.- Gesta… proeza… ninguna. Solo amo mi vida entera.

CORO.- Todas las obras de los hombres no son más que arena, que espera el curso de la marea, para desintegrarse.

DEODORO.- Aunque así fuera volvería a realizar todo lo que hice.

CORO (en tono amenazante).- ¡Calla, imprudente! ¡Los hados no te favorecen! ¡Aquí eres menos que una sombra!

DEODORO.- Aquí, en esta soledad, vuelvo a jurar fidelidad a mis ideas reivindicando cada una de mis acciones que emprendí, correctas y equivocadas.

CORO cantado.-

Todas las obras de los hombres no son más que arena,
que espera el curso de la marea,
para desintegrarse.


(Las ménades entran en estado éxtasis, y comienzan a girar descontroladamente por todos los sectores del escenario, hasta que finalmente desaparecen para ocupar los lugares en los que se encontraban.)


Recitativo

(A cada frase de Deodoro, un largo acorde le responde y acompaña.)



DEODORO.- La muerte me sorprendió sin que pudiera dejar mi mayor herencia. (Acorde y fraseo musical.) Solo me ocupé de las menudencias de mis escasos valores terrenales. (Acorde.) Ahora me doy cuenta de que no he escrito mi testamento inmoralista. (Acorde y fraseo.) Aquí el tiempo es eterno y puedo remediarlo.

(Breve melodía.)

Testamento Inmoralista

Deodoro declama en la completa oscuridad:

“Mi vida no fue ni corta ni larga. Simplemente fue una vida vivida plena e intensamente. Y en el tiempo que me tocó actuar, pude entender que no existe nada más elevado que amar al destino y crearse uno mismo sus propios valores.
Solo hice lo que creí y sentí. Y muchas veces me equivoqué. Pero prefiero los errores propios que cualquier certeza o verdad ajena.
Esquilo prefirió mencionar en su epitafio que había pertenecido al ejército ateniense que derrotó a los persas en Maratón, sin hacer mención a sus maravillosas tragedias. Cuando lo leí en vida me pareció muy extraño y no lo comprendí. Ahora lo comprendo. Yo soy, fui y seré, los días de la reforma de Córdoba, el manifiesto. Eso solo justifica mi vida. Y todos los sinsabores y amarguras que pudieron embargarme en algún momento, lejos están de empañar aquellas horas. La vida de un ser humano puede expresarse por completo en una acción, en su actitud y esmero en un par de jornadas. Ese entregarse de lleno a algo superior lo conecta con la eternidad, le recuerda que está emparentado a los titanes, entre quienes sobresale Prometeo, benefactor de la humanidad.
La eternidad reside en el instante. Y por muchas que sean las mareas, nada le arrebata al hombre haber templado su destino para envidia de los mismísimos Dioses”.


(Breve melodía que remarca la heroicidad del testamento inmoralista de Deodoro. Todo se mantiene oscuro. Dante regresa con una antorcha y se coloca detrás de Deodoro.)


DANTE.- ¿Estás dispuesto a realizar este viaje?

DEODORO (firme).- Lo estoy…

(Dante lo toma de la mano y lo conduce. La marcha siempre es en el sentido de las agujas del reloj.)

DANTE.- Al lugar al que nos dirigimos, ni los ojos de los vivos o los muertos tienen capacidad para percibir.

DEODORO.- Felices los que pueden ver más allá de sus ojos.

DANTE.- Para ciertas vivencias, mil vidas no alcanzan.


(Dante se detiene a poco de llegar al centro del escenario. Domina un claroscuro.)


VOZ (amenazante).- ¡Temerario aquel que pretende adentrarse en los misterios!

DANTE.- Es un metal valioso.

VOZ.- ¡¿Acaso no sabéis que este lugar ha sido vedado a los mortales?! (La voz se torna completamente agresiva.) ¡Aleja a ese imprudente antes que pague por ello!

DANTE.- Desea conocer el misterio de la vida indestructible.

VOZ (marcial).- Quien ignora lo que es la muerte, no puede vencerla.

DANTE.- ¡El no temió enfrentarla!

CORO.- Percibimos su deseo de retorno, que lo aleja de lo eterno. Vuelve pues a vivir tus días y horas, y zambúllete en las orillas del tiempo que encadena y somete.

(Deodoro, por indicación de Dante, comienza a avanzar. Se escucha un tremendo griterío, golpes, lamentos. Las ménades entran en delirio y acosan, a cierta distancia, a Deodoro. Emiten chillidos que van desde lo más agudo al tono grave. Deodoro no se intimida y avanza a paso firme. Todo el bullicio va in crescendo. La música es un conjunto de notas disonantes y lúgubres. Golpes rítmicos que surgen de todos los sectores. Cuando la tormenta de sonidos llega a su clímax, las ménades rodean a Deodoro, forman un remolino en torno a él, y lo arrojan al abismo.)

CORO.- Decora una y otra vez, por siempre, el paisaje de espejismos.

(Deodoro aparece caído. Marcelo se hace presente.)

MARCELO (visiblemente contrariado. Grita con fuerza).- ¡Deodoro! ¡Deodoro! ¡Deodoro! ¡Aparecé que la policía está en todas partes! (Mira a un lado, observa todo el lugar buscando a Deodoro.) Tenemos que replegarnos. Los muchachos piensan que tenemos que hacernos fuertes dentro del Rectorado. (Reconoce a Deodoro en el suelo. Se dirige bruscamente y con desesperación hacia él. Lo asiste.) Deodoro… ¿estás bien?

DEODORO (confundido por completo).- Sí, preparado para el viaje.

MARCELO (preocupado).- ¿Qué viaje? El viaje lo vas a tener con los polis si no nos vamos al Rectorado pronto.

DEODORO (aún mareado, estupefacto y confundido).- Que bueno volverte a ver, Marcelo.

MARCELO.- Dejáte de macanas que la cosa se puso pesada. Los curas apuestan fuerte a la represión. Si nos tienen que meter bala no van a dudar en hacerlo.

DEODORO (que se incorpora y pone de pie).- No tengo miedo alguno.

MARCELO.- Nunca confundas la prudencia con la cobardía.

DEODORO.- No, no me refiero a eso.

MARCELO (con cierta desesperación).- Sea lo que sea, Vos sos el alma de esta rebelión. Te necesitamos vivo.

DEODORO.- ¡Estoy más vivo que nunca!

MARCELO.- Tenés que terminar de redactar el manifiesto. Ese es el arma que más estamos necesitando, que la gente comprenda que esto no es solamente un tema universitario, sino una hora americana. ¡Qué bueno es ese primer párrafo que me mostraste!

DEODORO (alegre, abraza a su amigo).- “Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena…” (Su emoción es completa.) “Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más”.

MARCELO (igualmente emocionado).- “Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”.

DEODORO (mira hacia el horizonte).- Cuidado, Marcelo. Hay dos policías del otro lado.

MARCELO (entrando en pánico).- Salgamos de acá ya mismo.

DEODORO (confiado y fraternal).- Tranquilo amigo, que los hados están de nuestra parte.

MARCELO (nervioso).- Pues ayudemos a los hados… (Salen del lugar.)
(Deodoro regresa corriendo. El claroscuro retorna a la escena.)
DEODORO (deteniéndose bruscamente).- Los perdimos, Marcelo. (Se detiene. Mira con brusquedad a todas partes.) Marcelo… estamos a una cuadra del Rectorado…
(Aparece Dante. Las ánimas se pliegan detrás y a los lados de Dante.)
DANTE (ceremonioso).- El primer viaje ha concluido.
DEODORO (confundido).- Pensaba que…
DANTE (brusco, interrumpiéndolo).- ¿Estás dispuesto a iniciar el segundo viaje?
DEODORO.- Lo estoy.
(Dante coloca su mano derecha en el hombro izquierdo de Deodoro y lo invita a reiniciar la marcha. Se escuchan ruidos de estruendo, bombas, disparos y toda clase de sonidos que denotan la lucha y el combate. Las ménades participan del recorrido de Deodoro con gestos y acciones que enfatizan la situación de conflicto, pero no profieren grito alguno. La marcha se detiene bruscamente por indicación de Dante y el escenario vuelve a quedar a oscuras.)
VOZ I.- Esta es una revolución. Una auténtica revolución que viene a completar lo que se inició en la revolución de mayo.
VOZ II.- ¡Basta de profesores vitalicios!
VOZ III.- ¡La soberanía recae en los estudiantes! ¡Gobierno de los estudiantes!
VOZ IV.- ¡Revolución americana!
VOZ V.- ¡Libertad, Igualdad y Fraternidad!
VOZ VI.- ¡Convoquemos a todos los pueblos de la América!
VOZ VII.- ¡América!
CORO cantado:
¡América! ¡América! ¡América!

(Una luz tenue enfoca a Deodoro que está declamando desde un atril.)
DEODORO (exultante).- Propongo abolir los exámenes. Ninguna enseñanza valiosa merece ser considerada como tal si su aprendizaje demanda esfuerzo. Por esto mismo, todo examen debe ser abolido, puesto que es el que aprende quien debe, por medio de su creatividad y entusiasmo, manifestar y demostrar que sabe por sí mismo, con sus proyectos y dedicación. (Aplausos.) ¡¿Qué autoridad tiene un profesor en demandar un conocimiento que su pedagogía no ha logrado que penetre con entusiasmo y pasión en su educando?! (Fuertes aplausos.) Un estudiante no debe ser instruido en lo que debe pensar, contenidos de bolilleros, sino ser estimulado para aprender a pensar, para desarrollar sus propias ideas, cuestionar la realidad y poner todo en duda. (Los aplausos son cada vez más entusiastas.) Algún día la educación se centrará en el Ser, puesto que no hay arte más supremo que conocerse y formarse a uno mismo. Alguna vez la educación versará sobre los temas del espíritu humano, de su búsqueda interior y de su relación con el Universo. (Aplausos apoteósicos.)
(Vuelve la oscuridad.)
DANTE (con su antorcha se acerca a Deodoro).- El segundo viaje ha concluido. (Breve pausa.) ¿Estás dispuesto a realizar el tercer y último viaje? (Las ménades profieren un sonido breve pero amenazante.)
DEODORO.- Lo estoy.
(Dante toma del hombro izquierdo a Deodoro y lo impulsa a la marcha. Esta vez el recorrido se produce en un silencio total. Las ménades permanecen en sus posiciones sin realizar acto alguno ni pronunciar palabra.)
DEODORO (con entusiasmo cuando termina el recorrido).- Estoy cerca de la luz…
DANTE (solemne).- Estás cerca de conocer el misterio de la vida indestructible. (Apaga la antorcha.)
CORO (declama en la completa oscuridad).- Luces y sombras. Memoria de los tiempos, de lo que transcurre y retorna.
(Música que transita de una melodía calma y reflexiva a una expresividad heroica.)
(Iluminación que no deja ninguna duda acerca de que el espacio/tiempo que se refleja es el siglo veintiuno. En el escenario, hay PC’s personales (notebooks), y la ropa de Lara, Camila y Pablo, son claramente postmodernas.)
LARA (en tono declamativo de neto corte político).- Lo que discutimos aquí, es la esencia misma de la Universidad. (Deodoro está claramente perplejo por encontrarse en el futuro con el que no está familiarizado. Se ubica al costado izquierdo del escenario para escuchar al orador y, al mismo tiempo, escruta cada objeto, en especial los que no existían en el tiempo que le tocó vivir.) Está claro que gran parte de las demandas del manifiesto de la reforma, no se ven plasmadas del todo en la actual Universidad, y que el diagnóstico que Deodoro Roca escribía respecto a las camarillas profesorales, son muy actuales. (Deodoro entra en completa confusión al escuchar la cita de su nombre y su escrito. Sigue con suma atención las palabras de la oradora.) Que no exista hoy una autoridad monástica que por arbitrio del dogma y la fe condicione los contenidos y regule con exclusividad acerca de lo que se debe y puede en términos de lo académico, no significa que una forma más peligrosa y nociva haya tomado cuerpo en estas augustas estructuras y, en nombre del espíritu y las ideas de la reforma, haya creado un modelo igualmente parasitario y retrógrado que, diciendo defender el carácter público y gratuito de la enseñanza, haya entronizado un poder que, si bien laico, tiene los mismos vicios y nulidades de la otrora autoridad monacal. (Aplausos.) El cientificismo puede ser tanto o más dañino que el dogma, puesto que a diferencia de este, se presenta bajo el aura de la razón y el progreso. (Breve pausa.) Debemos advertir, necesariamente, que la extraordinaria concepción del cogobierno, no garantiza la defensa de los principios que le dieron sustento, y pueden incluso, ser el paradojal soporte legal de una forma de poder burocrático, acientífico, y enemigo de la transformación y la reforma que, en tiempos de la revolución tecnológica y la sociedad del conocimiento, son perentorias y no pueden demorarse. (Aplausos. Breve pausa.) Hoy el cogobierno es enemigo de la reforma o, para decirlo en términos más correctos, estructuras y manejos de grupos de poder internos desnaturalizan el proceso electoral en los claustros haciéndolos muy dependientes de aparatos políticos o monopolios administrativos que lucran con este estado de cosas. (Estallan los aplausos. Gran bullicio. Gritos, nuevos aplausos de aprobación y algunas expresiones de rechazo.)
PABLO.- Tengamos cuidado con lo que decimos, porque buscando mejorar la Universidad actual, esta clase de planteos puede dar lugar a que los enemigos de la reforma utilicen el estado de caos deliberativo, y la rebeldía irresponsable de algunos que buscan el protagonismo que no han obtenido en las urnas, para retrotraernos a la Universidad anterior a 1918. (Aplausos. Breve pausa.) La Universidad puede ser autárquica pero mientras dependa de los recursos del estado, debe permanecer en una perpetua vigilancia. (Aplausos. Gritos. Manifestaciones favorables y contrarias.)
CAMILA (enérgica).- Lo que está en juego es el sentido mismo de la Universidad, como aquí mismo se dijera. ¿Podemos en pos de defender las amenazas señaladas de quienes aún no aceptan lo establecido en 1918 o por estrategias solapadas de desfinanciación, seguir sosteniendo una estructura que tiene mucho de académico pero cada vez menos perfil científico y, sobre todo humanístico? ¿Podemos seguir sosteniendo en nombre de la reforma esta Universidad profesionalista que por momentos parece dedicada a favorecer los requerimientos del mercado? ¿No pretendían los reformistas del dieciocho que la Universidad fuera un templo de la Sabiduría, la Fuerza intelectual y la Belleza de la construcción de espíritus libres?
PABLO.- Muy bellas palabras cuando otros tienen la responsabilidad de administrar crisis presupuestarias permanentes y la más variada gama de aspectos gravosos que comentarios simplistas parecen desconocer.
LARA.- ¡Habla la voz del funcionario, del que se beneficia del estado de cosas cobrando salarios ominosos que no guardan proporción con la crisis presupuestaria que se expone y mucho menos con las retribuciones de la inmensa mayoría de los profesores! (La tribuna polemiza a favor y en contra con un gran bullicio que mezcla aplausos, abucheos y todo tipo de gritos y proclamas.)

PABLO.- No responderé calumnias. Bien es sabido que muchos de los honestas personas que podrían ser encuadradas en estas gratuitas aseveraciones podrían ganar tres o incluso cuatro veces más en la actividad privada…

CAMILA (interrumpe, irónica).- Y profesan una entrega denodada por lo público…

PABLO (exaltado. Grandilocuente).- Sí señor… gente comprometida y dedicada a lo público. No se puede cuestionar el honor de las personas tan ligeramente. (Breve pausa.) Como dijera Risieri Frondizi: los verdaderos enemigos de la reforma son los utópicos que por exigirlo todo de inmediato impiden los procesos de transición y de cambio gradual.

CAMILA.- No creo que Risieri Frondizi, con ese pensamiento, se refiriera a Deodoro Roca. Aunque tu forma de reformularlo bien podría juzgar los hechos de 1918 como un atentado contra la estabilidad institucional universitaria.

LARA.- Lo que decide el carácter de insubordinación, desmán o reforma, es el resultado final de un proceso eminentemente político, definido por quien resulte ganador. (Breve pausa.) Deodoro Roca es un prócer de la reforma porque la rebelión de Córdoba triunfó. Si no hubiese sido así, quizás sería considerado un réprobo perturbador o directamente hubiese caído en el olvido.

PABLO.- ¡Palabras! ¡Palabras! Son solo palabras… Aquí lo que cuenta son los hechos, y no hacerle el juego a los verdaderos enemigos de la Universidad Pública, Gratuita y Cogobernada. (Breve pausa.) Aquí cuenta el compromiso de cada uno y estar a la altura de la historia. Porque algunos, no sé por qué extraños intereses de ego personal y apetencia política, se quieren hacer pasar o creerse Deodoro Roca. ¡Aquí necesitamos prudencia y desprendimiento!

DEODORO (interviene con voz pausada pero firme).- Aceptar los errores es comprender la realidad. Por eso nunca se ha transformado nada sin que medie el diagnóstico para comprender lo que acontece. (Todos los presentes están extrañados por la intervención de alguien que no conocen, y tampoco descubren la identidad del orador. Tras una breve pausa, Deodoro habla visiblemente conmocionado.) No hay que luchar contra la oscuridad: basta con encender una vela. (Ahora dirige su mirada y gestos hacia el público.) Eso fue 1918: encendimos una antorcha que ahora está en vuestras manos. Los enemigos de la Luz siempre existirán. ¡El verdadero trabajo es impedir que la llama se extinga!

(Aplausos. Denso bullicio. A continuación, y mientras la luz va cayendo hacia la completa oscuridad, se escuchan, entremezclados, los diálogos recientes entre Lara, Pablo y Camila, variando la tonalidad de las voces, entremezclándose, haciéndose por momentos más rápidas y lentas.)

CORO (Con una entonación casi de carácter religioso.).- Volverás a escuchar las mismas voces y cada momento será revivido. Lo que llamas pasado ahora está aconteciendo. Lo que crees futuro es lo que está transcurriendo. Dichosos los que han dejado caer el velo y coexisten en el eterno presente.

CORO cantado:

¡La Eternidad reside en el Instante!
¡La Eternidad reside en el instante!
¡La Eternidad reside en el instante…!

(Pablo, Lara y Camila entregan al público el Manifiesto de la Reforma Universitaria escrito por Deodoro Roca mientras el coro canta.)

Voz: habéis salido de la rueda del ciclo del eterno retorno. Uno nunca vuelve a ser el mismo cuando se pone en contacto con la eternidad.

(La luz reaparece y se puede visualizar a Dante Alighieri junto a Deodoro Roca. No se alcanza a ver sus rostros porque llevan ambos una capucha negra.)

DANTE (paternal).- Deodoro Roca: tenemos en nuestro interior la semilla de la que brota el futuro y, en este mismo instante, somos la totalidad del pasado. Y de la misma manera somos el eterno presente. (Deodoro, claramente aturdido, se aleja de Dante. Camina desorientado, como si no pudiera ver. Al llegar al extremo derecho y al fondo del escenario, extiende sus brazos hacia delante como si intentara tomar algo con sus manos. Dante lo observa con atención, pero sin intervenir. Los movimientos de Deodoro se detienen bruscamente cuando se escucha, como un eco, algunas partes del diálogo del tercer viaje y también de los otros dos. Tras esto, las ménades se aproximan a él y lo rodean. Deodoro vuelve a caminar desorientado. Refriega sus ojos con las manos, como si intentara tratar de ver mejor, pero no puede apreciarse su rostro, escondido bajo la capucha. Poco después, se reproduce el comienzo de la escena anterior al primer viaje, cuando Deodoro se encuentra en la roca, reflexionando. Deodoro encapuchado observa a Deodoro en la cámara.)

DEODORO (con voz trémula).- Uno nunca puede encontrar un momento para detenerse y observar. De eso se trata todo…

DANTE (acercándose al Deodoro encapuchado).- Observa al que ha sido tu peor enemigo. (Señala con su mano derecha al Deodoro que se encuentra en la roca. Poco después, la luz vuelve a desaparecer.)

CORO.- Ha superado las pruebas indispensables para abandonar la oscuridad y ser uno con la Luz. (Se escuchan tres campanadas.) Celebramos la vida. Celebramos la muerte. Todo es Uno, y lo Uno está en Todo.

(Melodía triunfal.)

DANTE (ceremonioso).- Dioses, ánimas, demiurgos… (Quita la corona de laurel que llevaba puesta para colocarla en la cabeza de Deodoro Roca. Con voz solemne). ¿Qué es lo que pedimos para los espíritus que se encuentran a las puertas del misterio de la vida indestructible?

MÉNADES y CORO cantado (a toda voz).- ¡Luz! ¡Luz! ¡Luz!


(La música domina toda la escena, y cuando se produce el acorde final, una tremenda luz blanca es dirigida hacia los espectadores, al punto de encandilarlos y segarlos. Las ménades, Dante y Deodoro, quedan estáticos en sus respectivos lugares. Tiempo después, oscuridad.)


Obra registrada en ARGENTORES
Leonardo BUGLIANI, matrícula 6530, Sociedad General de Autores de la Argentina (ARGENTORES). Derechos reservados.